6. LUIS FELIPE

Estando en el Diplomado de Dramaturgia conocí a David Olguín, una persona sumamente importante para mí en lo personal y lo laboral. Gracias a él me conocieron en México y me invitaron a participar en el proyecto con la Royal Court Internacional Playwrigths de Londres. Estando en el proyecto de Londres conocí a Luis Mario Moncada. Él me invitó a entrar a un Diplomado para escritores en Televisa y así fue como fui a dar al DF de nuevo, aunque ahora ya fuera del seminario. En este tiempo mi relación con los Scouts aún era buena, formaba parte del grupo y participaba en lo que podía, fue así como conocí a

  LUIS FELIPE

  En las reuniones del grupo me sentí más o menos a gusto, aunque me cuestionaba mucho la razón de ser del mismo. Si lo que querían era luchar por la aceptación de los gays en la comunidad Scout… ¿por qué hacerlo desde fuera en un grupo alterno y no desde dentro del movimiento Scout? Y bueno, el escultismo está más enfocado a los niños y los que estaban en SGM eran todos mayores de edad y algunos nunca habían sido Scouts. Todo un chacoteo. Por lo pronto nuca estuve en un campamento por falta de tiempo, pero intenté hacer vida escultista muy a mi modo.

  En una ocasión llegó a las actividades un individuo del que no recuerdo el nombre pero al que inmediato se le puso por sobrenombre “la wera”. La razón era simple, el blanco de su piel y el miss clairol del cabello. Entre jotas te veas. La wera empezó a participar en el grupo y más o menos me llevé con ella. Hubo un campamento en la Trinidad, en Tlaxcala, al que no pude ir, pero intentando ser parte del grupo fui a despedir a los compañeros escultistas. Sólo Edgar se bajó del camión y me saludó, pero pude ver a la wera muy pegadita a un tipo fortachón, moreno y cara de ogro. Se llamaba Víctor. Los despedí y regresé a casa.

  La siguiente semana fui a la joti reunión de los miércoles en el Vips con las escultistas y me encontré a todos despotricando contra el campamento y Víctor. Más o menos escuché lo que decían y defendí al grupo, aún sin saber bien cómo estubieron las cosas. Edgar hablaba con Eric y Víctor aparte, entonces me enteré que Víctor era parte del consejo directivo. Bueno, yo ni sabía quién era él y ya era parte del consejo, y yo, un niño lindísimo que siempre había aportado tanto al grupo y ayudado a conformarlo, ni siquiera uniforme tenía. Me tocó un poco el orgullo, pero vale.

  La actividad terminó y se acordó la siguiente. Rally de Harry Potter. Insisto: entre jotas te veas. La actividad se llevó a cabo en las Islas de la UNAM un sábado por la mañana. Llegamos y de repente me encontré con que la wera y Víctor andaban. ¡Zaz! Todo en dos semanas. Y siguiendo con la regla de Shakespeare lo digo por tercera vez: entre jotas te veas. Para colmo, la feliz pareja llevó a un tipillo que decían era su hijo o algo por el estilo y que respondía al nombre de Luis Felipe.

  Moreno, delgado, ojos negros de mirada profunda, barbita de chivo, cabello negro semi quebrado. Me gustó. Originario de Acapulco, compañero de Víctor en la escuela y trabajaba en un HSBC. Al inicio sólo lo conocí como Luis, pero me agradó. Se formaron los equipos para el rally y Ricardo, Roberto y yo corrimos a formar el nuestro. Para fortuna del mundo, Luis Felipe estuvo en el nuestro. El tiempo de Rally sirvió para convivir, platicamos, nos la pasamos bien… etc. Total, que al final del día el tipo me estaba gustando. Acepto que eso me molestó, pues yo decía no creer en el amor a primera vista y este tipejo vino, se paró frente a mí y me gustó. Ni pex. Cuando te toca, te toca.

  Al terminar la actividad fuimos a comer y a la salida Luis Felipe se despidió de mí. Lindo, me gustó el detalle. De repente todo me gustaba. Asco. Mejor sigamos con la vida normal, pero vale, el tipo anda dando vueltas en mi cabecita loca.

  Dos actividades más y ya estaba medio perdido por él. Resulta que se organizó una velada mística, así que fuimos ahora sí a participar de ella. Al llegar al punto de reunión me encontré con Luis Felipe y los demás. Tomamos la pesera y él y yo nos sentamos juntos mientras los demás cantaban y alteraban el orden público del microbús.

  Llegamos al punto ultra secreto donde sería la actividad. Que bueno, tanto como ultra secreto no era ya que fue en la casa de Edgar y era conocida por la mayoría. Nos bajaron del micro y pidieron que nos vendáramos los ojos e hiciéramos una fila india tomados de la mano. Luis Felipe y yo íbamos juntos y nos tomamos de la mano, pero… mmmm… creo que algo raro pasa, no nos tomamos de la mano como los demás sino que traemos los dedos entrelazados. Ok, no haré nada para cambiar la posición, total, el tipo me gusta mucho y me agrada ir así. Llegamos y se hizo la… ¿velada mística? Bueno, lo que haya sido. Una cosa rara donde salieron unas vestidas que dijeron ser jefes de clanes escoceses. En realidad eran Edgar, Eric y Víctor con faldas, su sueño hecho realidad. Terminó la ceremonia.

  Durante la cena Luis Felipe y yo estuvimos platicando haciendo que cada vez me enculara más. Sí, lo confieso, me enculé muy rápido, pero el problema no era ese, al fin eso se puede tolerar, el problema real era que estaba encorazonado hasta el queque. Al final si te enculas, basta con que llegue otro y te haga olvidar, pero cuando es el corazón el que anda en juego… Mal.

  Para hacer honor a una velada de gays, al final bailamos un rato cual Cabaré-tito y ya como a las 2 am algunos se fueron, otros fuimos por más pomo y otros se metieron al depto. de Edgar para correr del frío. Regresamos y dimos cuenta de lo que llevamos. No podía parar de ver a este hombre. En verdad me gustaba. Como a las 3 am ya todos empezaban a dormise. Luis Felipe estaba sentado recargado en la pared sin hablar con alguien así que aproveché el momento y le pedí que saliéramos. Subimos un piso más del edificio y nos sentamos en las escaleras. Platicamos un poco y ya, de buenas a primeras decidí decirle lo que pasaba. Mmmm… oye, quiero hablar contigo de algo importante, mira, hasta ahora llevas poco tiempo en el grupo y espero que lo que te voy a decir no te saque de onda y decidas dejarlo. ¿Qué pasó? Mira… (ok, como suelo hacer, le di un par de vueltas a las cosas antes de llegar al punto) Me gustas. ¿Perdón? Sí, me gustas, es algo que estoy sintiendo desde hace rato, concretamente desde que te vi por primera vez en el rally, me gustas y mucho. No sé qué decir. No tienes que decir algo, pero a mí ya me era necesario decirlo. Gracias, me halaga un poco, no creí que un chavo como tú se fijara en mí. ¿Por qué? no tengo nada de raro, soy un tipo común. No, eres un chavo especial, eres de los que mejor me caen del grupo y aunque no te conozco me pareces muy especial. Gracias. Mira, yo voy saliendo de una relación, bueno, saliendo no porque terminó hace un año pero me afectó mucho, de hecho ya ni salía, Víctor me invitó a participar en el grupo para que ya saliera un poco de mi casa y conociera gente pero yo ahora no quiero tener nada con nadie. No hay problema, no te estoy pidiendo nada, sólo quiero conocerte y que me conozcas. Me gustaría. Ok.

  Platicamos un rato más y ya íbamos a entrar al depto. de Edgar cuando me tomó de la mano y me abrazó. Nos recargamos en la pared y nos quedamos así por un buen rato, abrazados, sin decir nada. De pronto, mi boca traidora vino a alterar el momento y le dio un beso en la oreja. Nos separamos y entramos. Yo me fui a dormir.

  En la mañana todo mundo se empezó a ir dejando las cosas tiradas. Algunos desayunaron y se terminaron las cosas. Eric, René, Víctor, la wera y Luis Felipe se quedaron sin desayunar. Eric empezó a calentar el pollo que sobró de la noche y como yo ya había desayunado, le dije que lo hacía y que se fuera a sentar. Terminé de calentarles el desayuno y se los llevé. Al terminar, Luis Felipe me dijo: Gracias por calentar el pollo. Y vale, acepto que no hay ningún mérito en calentar pollo, pero el gesto y la manera en que lo dijo me hizo sentir muy bien. Víctor remató el comentario: Cocinas, eres buena onda y escribes, eres un estuche de monerías. Y viendo a Luis Felipe le guiñó el ojo, a lo que Luis Felipe sólo sonrió. Ok, ya les fue con el chisme, bueno, no importa. Pues ya ves, por ahí si conoces a alguien que le interese un estuche de monerías, te dejo el dato. Luis Felipe, Víctor y la wera sonrieron, yo entré en la cocina. Me dio hueva, tenía sueño y quería bañarme así que decidí irme. Luis me alcanzó. ¿Ya te vas? Sí. Espérate un momento más y ahorita nos vamos. ¿Nos vamos? Ok, Los esperé. Fui con la wera, Víctor y él hacia la parada del micro pero llevábamos rutas diferntes. Nos despedimos y me dio un beso en la mejilla. Llegué a casa soñado y para colmo de ridiculeces, empecé a escribirle una carta muy al estilo de chamaca de secundaria.

  Desde que estoy en la primaria tengo la costumbre de dibujar en lugar de tomar apuntes, después en la prepa empecé a utilizar esos dibujos como fondo de las cartas que les hacía a mis amigos. Así que siguiendo esa tradición, empecé a escribir sobre mis últimos dibujos un poco de mí, de mi historia, etc. No me desgarré las vestiduras ni dejé la sangre de las venas en la carta pero me apliqué y me quedó bastante mona.

  Miércoles por la mañana buscaba en la UNAM un sobre para meterla y entregársela en la noche pero ni una sola puta papelería encontré y ya me debía ir para llegar a  tiempo a Televisa. Así que compré un monedero con los pandrosos de afuera de la fac. y ahí metí la carta. En Televisa quería que la clase ya se terminara o que algo sucediera, ya me quería ir. Al llegar al Vips, él ya estaba ahí. Nos saludamos, estuvimos en la junta y él se debía ir luego, así que le entregué la carta y la guardó. No más.

  El siguiente miércoles que nos vimos me dijo que la carta le encantó y que no sabía qué decir. No más. Para entonces ya era septiembre y venía la noche mexicana, así que quedamos en hablar en dicho evento. Me sentía alegre por eso y se lo quise decir a Edgar. No sé, de alguna manera, a pesar de todo, era alguien especial para mí. ¿Qué crees? Me estoy enamorando. Qué bueno, niño, ¿de quién? Luis Felipe. Freyito… Luis Felipe y yo estamos saliendo. ¿Qué? El viernes pasado se quedó a dormir en mi casa y estamos saliendo. No es cierto. Jajaja, te engañé, bebé. Edgar, de ti lo creo todo. Me fui.

  Mi carnalito el Chol me acompañó a la noche mexicana pues los dos estábamos sin plan. Llegamos y lo puse al tanto de lo que estaba pasando respecto a Luis Felipe y como no nos habíamos visto en un buen rato, él me ponía al tanto de lo suyo. Nos dio tiempo pues la noche mexicana sería hasta Chalco. Llegamos con otros del grupo y Luis Felipe no llegaba. Y no llegaba. Y no llegaba. ¿Y Luis Felipe? No sé. ¿No vino contigo? No. ¿Todavía no andan? ¿Ah? Y por fin llegó. En cuanto lo vi sonreí como estúpido. Nos saludamos pero cada quién estuvo por su lado. Al verlo, Huicho se rió. Se parece a Edgar. No es cierto. Se parece físicamente a Edgar…

 Pasada la noche le pedí hablar. Le dije que estaba confundido, que no sabía qué onda. Y bueno, él dijo que en definitiva no quería nada con nadie y que no quería lastimarme, que gracias por el interés pero que estaba saliendo de su relación aquella terminada un año atrás y que no quería nada de ningún tipo con nadie. Le di las gracias por la sinceridad y entré a la casa. Al rato salí con Huicho y Luis Felipe platicaba con Alonso. Los miré, ellos me vieron y siguieron hablando. Entré a la casa y me puse una guarapeta bastante rica. De pronto estaba sentado en el sillón sin querer levantarme. Al rato llegó Alonso y me pidió bailar, me dijo que no estuviera triste y que me la pasara bien. Yo no quería ni levantarme, había tenido que soportar el rechazo de Luis Felipe y los problemas amorosos de Roberto con Edgar como para encima tener que bailar con este tipo que me pide me la pase bien cuando es lo que menos quiero. Me tomó de los brazos y me levantó para bailar. Terminó depositándome de nuevo en el sillón cuando vio que mis pasos estaban en ese momento bastante descompuestos. Si Clavillazo o Resortes me hubieran visto seguro hubieran reído a carcajadas.

  La noche pasó y la peda se me fue bajando. Casi todos se habían ido ya a algún cuarto a dormir. Busqué a Huicho y no estaba. Tampoco Luis Felipe. Me levanté y entré al cuarto de Ramiro para acostarme en donde hubiera lugar. Dentro ya casi todos estaban recostados en la cama o en el piso. Mi sorpresa fue encontrar a Luis Felipe acostado con Alonso, semi desnudos y fajoteando de lo más rico. Me recosté al lado de la cama. De pronto sentí una mano que me acariciaba el trasero y vi que la wera estaba acostada a mi lado y fajoteaba con otro chico. Cuando reaccioné, vi que todo mundo estaba fajoteando con alguien más. Me levanté y Luis Felipe seguía con Alonso pero se les había sumado Roberto. Alonso respiró extasiado y dijo: Mi fantasía era estar con Edgar y Roberto, ahora estoy con Roberto y con él que se parece a Edgar. Huicho dijo: Se parece a Edgar. Mierda!!!

  La wera volvió a meter mano y respondí la acción. De pronto, Alonso y Roberto terminaron votando a Luis Felipe y él sólo los miraba. Me senté y sentados nos quedamos viendo frente a frente en la obscuridad del cuarto. Quise tocarle la rodilla pero mejor me recosté en mi parte de piso. En un descuido de Ricardo y Ramiro, me subí a la cama y ocupé el lugar que antes ellos tenían.

  En la mañana desperté con Luis Felipe acostado a mi lado. Me incorporé y lo vi. Esperé estar molesto u odiarlo o qué sé yo pero nada. Sólo desperté a Huicho y nos fuimos. Para colmo, Alonso se fue con nosotros, pero gracias al destino no recuerdo qué se le olvidó y bajó del pesero para regresar por eso. Por culero!!!

  Luis Felipe no regresó al grupo y poco después yo me salí. No supe más de él, nunca tuve su teléfono y mejor, así no estuve tentado a llamarlo o algo por el estilo. Lo único con lo que me quedo es el saber que eso de enamorarse a primera vista de alguien sí puede suceder. Todos los conceptos que he ido apropiándome en la vida respecto a una idea de noviazgo o pareja de pronto llegó y me los puso en duda. Para mí amor es conocimiento, no te puedes enamorar de alguien que no conoces. Y bueno, me sucedió lo contrario. Fue rico, no voy a negarlo.

  Me encorazoné, entré a los territorios de lo ridículo y me puse mi primer guarapeta. Al final el score no fue tan malo.

  Hace un par de semanas me encontré a Víctor en el metro pero ni nos saludamos. Tomé conciencia que hace mucho no había pensado en Luis Felipe siendo que suelo recordar mucho a las personas con las que me ha sucedido algo por más pinche que parezca. No lo sé. Creo que sí fue importante el tipo en mi historia amorosa, sobre todo por lo que me hizo sentir tan rápido, pero bueno, quizá como dice mi hermana, soy una llamarada de petate.

5. SEBASTIÁN

Estuve un tiempo deprimido por lo sucedido con Christian y no quise regresar al Menage para no topármelo, así que viendo las opciones que tenía, caí en un lugar conocido como La Costa. «Para entrar hay que llevar machete o pistola», dice la gente. Bien, me gusta, debo conocerlo.

 

 SEBASTIÁN

 

  Con las crisolas conocí el Menage e ingresé en el mundo de los desnudistas, mundo que hasta ahora me encanta, y como el alumno supera al maestro, visité los demás lugares de streepers de Oaxaca. Llegué a La Costa con precaución, la gente no dice cosas muy buenas del lugar así que a ver cómo nos va. En la entrada el guardia me revisó… ¿o me fajó? Algo parecido, la cosa es que me agarró el trasero y al pasar sus manos por mi espalda no supe si me cateaba o me abrazaba. Me empezó a gustar el lugar.

  Entré y semiobscuro. Mesitas para enanos y los muchachos no muy agraciados como en el Menage. Me decepcioné y decidí salir. Ok, démosle una oportunidad. Me senté cerca de la pista. Un tipo vestido de charro cantaba. Dos tres, tampoco la gran cosa. Los muchachos caminaban entre las mesas y algunos estaban ya sentados con señoras que parecían maestras de primaria. Algunos gays muy feos bailaban en la pista con otros gays muy feos. ¿Qué vas a tomar? ¿Qué cervezas tienes? Lager y Sol. Lager. Miraba el lugar sorprendido, había de todo, señoras con sus esposos, streepers gordos, gente fea, luces neón, dos tubos y cabina para bañarse, a las 2 am sexo en vivo, un aire de decadencia… me empezó a encantar.

  Llegó la cerveza. Tomé y me quité la chamarra. Un streeper se acercó. ¿Por qué tan solo? Porque quiero estar solo. ¿No te gusta la compañía? Depende de quién sea. ¿Te gusto yo? No. ¿Por qué? Porque no me gustas. ¿Me invitas una chela? No. ¿Estás enojado? No. ¿Entonces por qué no me la invitas? Porque no quiero. Estás enojado. Si estuviera de todos modos no te la invito. ¿Me puedo sentar? ¿Tienes nalgas? Sí. Pues siéntate. Me caes bien. Chido.

  Empezamos a platicar. ¿Me invitas una chela? Invítamela tú. El que trabaja acá soy yo. Bien por ti. Eres muy interesante, ¿a qué te dedicas? Escritor. Wow, qué bien, yo quiero escribir una novela. “Wow, qué bien”. ¿Cuántos años tienes? 21. Te ves más chico. Gracias. Eres raro. ¿Por qué? Por que no me quieres invitar una chela. ¿Eso me hace raro? Un poco, todas quieren invitarte algo para que estés con ellas. Todas, pero yo no soy de esas todas. ¿Ves?, eres raro. Seguimos platicando, me fue cayendo bien, le invité la chela. ¿Vamos a un privado? ¿Qué tal eres? Vamos y verás. Entramos, los privados no eran como los del Menage, una caja incómoda pintada de negro, son cuartitos con teles y sillones, viejos y vencidos, pero sillones. El streeper, a estas alturas me enteré, se hacía llamar Franco. Encendió la tele y una peli porno hetero nos iluminó el cuarto. Se disculpó por la peli hetero. Bueno, tan malo no es, me gusta el porno hetero pero en este momento es lo que menos importa. Me senté en el sillón y se acercó. Él, un tipo como de 1.70 mts, 27 años, claro, pelón y buen miembro, pero eso no lo sabía aún. Me sentó y empezó a bailarme, se subió al sillón y me restregó el cuerpo en la cara. Su tanga no ocultaba la excitación y !cataplum! Aquello quedó libre. Tomé al fugitivo. No, sólo puedes tocarme. Te estoy tocando. Pero el cuerpo, éste no. Bueno, te lo pierdes. ¿Yo? Me sonrió y siguió bailando. Aproveché un momento de descuido y acorralé al fugitivo. La rola reglamentaria terminó. Me encantas. ¿Yo? Tienes una boca maravillosa. Gracias. Yo no hago esto en los privados, a mí sólo me tocan pero tú eres especial. ¿Gracias? Salimos. Tomamos una chela más y me fui del lugar.

  La siguiente semana regresé a La Costa a saludar a Franco pero no lo encontré. Se fue al DF, su papá está enfermo. Me dijo el mesero que nos atendió la vez anterior. ¿Quieres una Lager? Sí, gracias. Mientras esperaba la cerveza vi a un chico sentado entre las sombras jugando con su celular. Moreno claro, cabello poquito largo, delgado y marcadito, muy lindo trasero, como de 27 – 28 años, 1.78 mts. Se levantó y empezó a caminar. Me gustó. Llegó el mesero con la cerveza. Oye, ¿quién es ese chico? Es nuevo, no sé cómo se llama. ¿Qué tal es? No sé, quieres, te lo investigo. Ok. El mesero habló con él. El chico me miró, le dio la vuelta al lugar y llegó a mi mesa. Hola, me llamo Sebastián… ¡Bingo! Primer streeper que llega y se presenta en lugar de hacer preguntas estúpidas. Soy Paco. No preguntó, sólo se sentó y empezamos a platicar, el tipo me cayó bien. Poco a poco fuimos quedando más cerca. Es de Chiapas y acababa de llegar a Oaxaca. Dijo ser buga, me hizo gracia pero bueno. Platicamos, platicamos y platicamos, de pronto su mano estaba sobre mi pierna. Me di cuenta pero no dije nada. Seguimos hablando. Su mano acariciaba mi pierna y bajó a la pantorrilla, metió la mano bajo el pantalón y me acarició. Me gusta tu piel. Me hice el chistoso y le pellizqué un pezón. Me miró como sorprendido y molesto, me reí de su cara y le hizo gracia, empezó a reírse. Sóbame para que no me duela. Mejor le di un beso en el pezón y se estremeció. Me miró extrañado. Hazlo de nuevo. Lo hice y me miró a los ojos. Me acarició la pierna y se levantó al baño.

  Regresando nos cambiamos de lugar, fuimos a los reservados, espacios obscuros desde donde tú ves lo que pasa afuera pero de afuera no se ve mucho lo que pasa adentro. Nos sentamos y siguió acariciándome la pierna. Con la otra mano me acarició la oreja y me aparté por las cosquillas. Me vio a los ojos. Bésame el pezón. Soy un niño obediente así que lo hice. Me tomó de la cabeza y no me dejó separarme, me apretaba contra su pecho. No me negué y fui prolijo con mis dotes, en el pezón, en la aureola… el tipo se estremecía, la piel de los brazos y las piernas se le puso de gallina. Me reí. Me apartó y me dio un golpe leve en el hombro. No te rías, se siente raro. ¿Que me ría o lo que te hago? Lo que haces. Ok, no lo haré más. No, sigue. Seguí. De repente, estábamos abrazados. Le besé la oreja y me sonrió. Wow, ¿dónde aprendiste a hacer eso? No sé. Qué rico. ¿No que eras buga? No me distraigas, me la estoy pasando muy bien. Ok. Seguimos un rato más. Me toca bailar, quiero que me veas. Ya me voy. No, espérate y veme bailar. Ok. Me senté y lo vi bailar. Salió vestido con un frac (streeperezco) y bailó “Antes” de Obbie Bermúdez. Wow, wow, wow. Presencia escénica, coreografía, usaba los tubos, usaba la luz… me encantó. Esperé que se cambiara y salió. ¿Cómo lo hice? Me gustó. En serio, dime. En serio, me gustó, sólo podrías mejorar en… Bueno, yo no sé bailar pero sé de teatro y de escenario, así que le dije lo que consideré. Me dio las gracias con un abrazo. Me despedí y salí de La Costa.

  Regresé a los dos días por petición suya. Él estaba parado en la puerta y sonrió al verme, me abrazó y me condujo a una mesa. Pedimos un par de cervezas. Platicamos un poco, me agarraba la pierna y… él me besó. Me agarró de sorpresa, él me besó. Lo miré a los ojos extrañado y me respondió con otro beso. No me cuestiones, sólo quise hacerlo. ¿Que no te cuestione? (Wow, parece que me conoce… no creo, es imposible. ¿Tan transparente soy?). Seguimos platicando. Una señora lo pidió para que le bailara en la mesa. Me vio como pidiendo permiso. Es tu trabajo, ve. Sonrió y le bailó a la señora. Mientras le bailaba no dejaba de verme y sonreía, la ñora pensó que le sonreía a ella y harto satisfecha pidió un segundo baile. Después le invitó una chela y ya se lo estaba sentando en la mesa; él se tomó la chela lo más rápido que pudo sin ser descortés y volvió conmigo. Fuimos al reservado y me agarró la mano, me besó, me desabrochó el pantalón. La verdad, me dio pena. Para evitarla intercambié papeles y me apliqué buscando una buena posición en la silla. Otros dos streepers estaban en el reservado, uno con una chica y el otro con una ñora. Uno de ellos nos veía y al ver dónde tenía yo la boca dijo: Yo estoy ocupado, Ken está ocupado y Sebastián es el más ocupado de todos y al que tratan mejor. Todos rieron, incluso las viejas que sin entender que les dijeron que eran malas en lo que hacían, rieron. Estuvimos ahí un ratote hasta que agoté mi crédito y decidí irme. Nos despedimos con un beso y me llevó tomado de la mano hasta la puerta. Al llegar a casa me puse a escribir mi obra nueva para el proyecto con los tipos de Londres. Dos personajes, una abuela y un nieto… nombre del nieto…. Sebastián.

  A los dos días fui otra vez. Cada vez platicábamos más y me propuso vernos fuera del lugar. Yo debía irme al DF y me dijo que estaba perfecto, que él estaría una semana más en Oaxaca, después iba a Veracruz y de ahí iba al DF. Que se iba a quedar un buen rato en el chilango. Nos abrazamos y volví a probar el sabor de su saliva. Así estuvimos la noche, tomados de la mano, intercambiando efluvios, chupando chela y sí, chupando.

  Eres extraño, a veces no te entiendo. ¿Perdón? Cuando platicamos hay veces que no te entiendo. ¿A qué te refieres? Es que, se ve que eres bien inteligente y que has estudiado y hay veces que no entiendo lo que me dices… De pronto me veía con cara de pena. Es que me hace sentir mal, porque yo soy más grande que tú y debería saber más cosas, pero tú eres más listo y no me gusta eso. ¿Qué quieres decir? No, nada, olvídalo. En ese caso no hubieras dicho nada, ahora me lo explicas. Es que me siento mal por no entender cosas que me dices, pero cuando me acaricias o me besas no me importa, contigo me siento bien, me siento muy tranquilo, hasta se me olvida que estamos acá, quiero conocerte mejor pero no en este sitio, pero me da miedo que si acá adentro no te entiendo, allá afuera sea peor. Eso no lo sabes. Es que aparte esto es nuevo para mí, nunca he salido con un hombre. ¿En realidad qué te molesta? No sé.

  Seguimos platicando. Oye, ya cambié mi coreografía, hice lo que me dijiste, ahorita me ves. De acuerdo. ¿Me das un beso? Claro. ¿No te molestó lo que te dije? No, para nada. Eres un niño muy especial, pero me da miedo conocerte. Sólo sonreí y lo besé. Me tomó la mano y me acarició los dedos, uno por uno. Siguiendo el cliché de todos los tiempos, se llevó mi mano a la boca y se metió un dedo, después otro, después me abrazó y se quedó recargado en mi hombro. Sebastián a cabina. Me toca bailar, ahora ves lo que te dije. Se fue a cambiar. Lo vi bailar de nuevo y me encantó. ¿Cómo viste? Mejoró mucho, me gustó. ¿En serio? Sí. Un beso de agradecimiento.

  Seguimos tomando y platicando, de repente los meseros empezaron a recoger sillas y mesas y a barrer, éramos los últimos en el lugar. Nos despedimos y salí corriendo. Ven mañana. No puedo. Ven, por favor. No puedo, en serio. Me besó y salí. Camino a casa, el taxi fue sorprendido por el sol de la mañana y yo ansioso deseaba llegar sin que mis padres se dieran cuenta de mi retraso. Todo bien, no pasó nada.

  A los dos días regresé a La Costa. Era viernes y el domingo regresaba al DF. No lo vi al entrar así que tomé una mesa. Al rato salió de un reservado y fue a saludarme. Estoy ocupado pero ahorita vengo. Le sonreí y me besó. Seguí viendo el show. Un streeper al que llaman “el burro” demostraba en la pista el porqué de su mote. El streeper que la noche anterior hiciera el comentario estúpido en el reservado se acercó. Hola, ¿cómo estás? Bien, gracias. ¿Estás esperando a Sebastián? Sí. Vótalo y vente conmigo. Lo miré directo a los ojos. Yo te trato mejor y te hago cositas más ricas. No, gracias, estoy bien. En serio, conmigo puedes hacer lo que quieras, se ve que lo haces bien. Me reí y dejé de mirarlo esperando se fuera. Se puso atrás de mí, me tomó por lo hombros y me habló al oído. Te la vas a pasar muy rico, sólo háblame. Se fue caminando entre las mesas, llegó a donde unas señoras despachaban un par de cubetas y se sentó a extirparles las chelas, ellas se las invitaban gustosas.

  Sebastián llegó y me llevó al reservado, estuvimos tomados de la mano y de repente se quedaba recargado en mi hombro pero no hablaba mucho. ¿Qué tienes? ¿Qué? ¿Qué tienes?, estás muy callado. Nada. ¿Seguro? Sí… oye, sobre lo de mañana. ¿Qué pasó? No, nada, sí nos vemos. Acordamos salir a caminar por el centro de Oaxaca, tomar café, conocernos más, etc. Llevaba dos semanas en Oax. y aún no conocía nada de la ciudad. Su vida se limitaba a despertar a las 4 pm, ir a comer, regresar e ir al gimnasio, salir del gimnasio a las 7 y regresar a su cuarto para arreglarse, entraba al trabajo a las 9 pm y salía a las 7 am. Así todos los días. En sus días libres no salía de su cuarto pues no conocía a nadie, un día fue al cine y no le gustó ir solo, mejor regresó a ver tv en casa. Era la primera vez que saldría a conocer la ciudad.

  Siguió un poco callado durante la noche y yo debía irme. Ahorita vengo, voy a cambiarme. ¿Te toca bailar? No, es que se me rompió la tanga. Su tanga era de broches a los lados para más fácil manejo en el escenario y uno de los broches se le rompió. Voy a cambiarme, regreso en un ratito. Regálamela. ¿Qué? Regálame tu tanga. Está rota. Por eso, ya no la vas a ocupar, regálamela. Ok. Fue mi inicio en el fetichismo. Que en realidad no soy fetichista, sólo me gusta conservar algo de las personas que quiero y en esta ocasión fue la tanga. Se la quitó y me la dio, la guardé en la bolsa del pantalón y seguimos sentados. Él, callado. Oye, ya me voy, nos vemos mañana. ¿Por qué?, es temprano. Sí, pero debo llegar temprano a casa, nos vemos mañana. Me dio un beso. Oye, quiero que terminemos bien esto. ¿A qué te refieres? Lo que hemos estado haciendo, me gustaría llevarlo a más, estar contigo… bien. Me tomó del trasero y me apretó contra su cuerpo mientras decía esto. Entendí el tema y por experiencias previas, pregunté lo que me pareció obvio. ¿Cuánto cobras? No, no cobro, quiero estar contigo. Bueno, lo platicamos bien mañana. Me besó y salí del lugar.

  Quedé en pasar por él a las 3. Al llegar toqué la puerta y nadie abría. Volví a tocar y nada. El sol me daba en todo su esplendor así que crucé la calle para estar en la sombra mientras alguien aparecía. Al rato llegó un tipo y mientras abría, lo alcancé. Buenas tardes, busco a Sebastián. Ahorita le hablo. El tipo entró y cerró. Escuché que lo llamaban y crucé la calle para ir otra vez a la sombra. Nadie salió, eran ya las 3:30. Fui y toqué de nuevo, otra vez, otra vez. Una chica salió. Buenas tardes, busco a Sebastián. Ya le hablaron, ¿no ha salido? No. Entonces no está. Wow, estudié año y medio filosofía y en un parlamento esta chica me ha dado una master class de lógica. Voy a ver. La chica entró de nuevo y salió a los 5 minutos. No está, ya le toqué en su cuarto y no hay nadie. Cerró la puerta y yo quedé parado en la banqueta, con el sol quemándome las ideas e intentando entender lo que había pasado.

  De todos modos fui al centro un rato. Me senté en los framboyanes afuera de Sto. Domingo a ver caminar a la gente, a recordar a este tipo flaco y marcado, de lindas caderas y ricos labios, a recordar las cosas que me decía: eres un niño muy lindo, me gusta tu piel, me encantan tus ojos, besas riquísimo, contigo me siento tranquilo, quiero conocerte pero me das miedo, a veces no te entiendo, eres increíble… Y pensar que en la tarde, antes de salir, abrí la sección amarilla buscando hoteles y moteles para sacar presupuestos y esta vez ir prevenido. Compré un frapuccino y bajé caminando por el andador turístico para ir a casa. ¿Voy a buscarlo a La Costa? No, era su día libre, por eso íbamos a salir… ¡Pero qué pelotudo! Si no quería salir mejor lo hubiera dicho. Pero bueno, ya, las cosas así.

  El domingo al mediodía regresé al DF. No fui a Oaxaca como en cuatro meses y en la siguiente visita, fui con las Crisolas al decadente Menage. Después me fui a casa, pero en el camino a casa está La Costa… ¿por qué no? Entré. El mismo tipo de público, los streepers feos y uno que otro bastante agradable. Me senté y uno se me acercó. Hola, me llamo Ken. Vale, el gusto es tuyo. Llegó el burro, luego Larry y luego Ángel. El burro me saludó. ¿Qué onda, chavo?, hace un buen que no vienes. Vivo en el DF. Con razón, ¿tú eres el chavo de Sebastián, no? La pregunta me sorprendió. El que se hacía llamar Ángel se me acercó. ¿A poco tú eras el chavo de Sebastián?, soy Ángel, también soy de Chiapas, conozco a Sebastián. Ahora anda por Veracruz y acaba de ganar el Mr. Streeper en Chiapas, está bailando chido, se va al nacional de streepers. Wow, ¿y luchan por la paz mundial?

  ¿Quieres su cel?, yo lo tengo. Y sí, estuve tentado a aceptarlo. Sólo sonreí. En eso llegó el tipo del comentario estúpido. ¡Qué onda, chavo! ¿Ahora sí vas a estar conmigo? ¿Ah? ¿Hay 5 tipos en boxer frente a mí queriendo sentarse conmigo? No entiendo, ¿será que me asentó cumplir 22 años? Larry y Ken, a cabina. Se fueron. Al burro lo llamaron a un privado y al ver mi cara de negativa, el tipo del comentario estúpido fue a seguir caminando entre las mesas. Ángel se quedó y platicamos un poco. Le invité una chela. Sebastián está bien, pero se volvió una súper jota, en escenario es muy bueno, pero ya tratándolo es súper gay, se volvió bastante afeminado. Y ahí estaba este tipo contándome la vida de Sebastián en estos últimos meses. Me dio su teléfono, pero ya iba algo alcoholizado así que no sé qué hice, al llegar a casa lo busqué y no estaba en mi agenda de contactos.

  Tiempo después fui otra vez a Oaxaca y entré a La Costa, pregunté a un mesero si Sebastián había trabajado ahí últimamente y no supo decirme. El lugar con su decadencia y arrabalerismo es bastante atrayente, al menos para mí, así que suelo ir. Eso de “debes ir con pistola o machete” nunca se me ha hecho, no he visto peleas ni nada por el estilo. Algunos streepers me llamaban «el chavo de Sebastián», últimamente ya no, qué bueno. El otro día abrí mi baúl de recuerdos y saqué de una bolsa de Chedrahui la tanga de Sebastián. Deshice los mil nudos que tenía la bolsa y saqué la tanga. Aún está perfumada. Sí, la olí pero no me eroticé con ella, sólo la olí y lo recordé.

  Tiempo después, con Ken pasó algo, nada memorable o que se me antoje contar. A Franco, el tipo por el cual empecé a ir, lo vi una vez en el ADO pero ni nos saludamos. Larry anduvo tras de mí y me pidió que le ayudara con su coreografía y a poder mover la cadera. Saqué del closet a otro streeper pero no le di bola. Vi a Christian. Y las últimas visitas fueron para visitar a un gran amigo que conocí en el Menage y que trabajó después en La Costa. Wey, estás guapo, ¿qué haces trabajando acá?, vete al London. No, estoy acá porque en el país de los ciegos el tuerto es rey.

  Los streespers han seguido desfilando, no sé qué pasa pero de repente conmigo aflojan aunque juran que no, que ellos no. Axel, Richard, Gitano, Alex, Ken, Larry, Franco, Boster, Christian… Hasta ahora van estos en el haber, a ver cuántos más se agregan. Lo que sí es claro para mí es cómo son las reglas del juego con ellos. De pronto parece que mientras peor los trates, más se te acercan. Definitivo, a estos les gusta la mala vida. Bueno, a mí también. ¿Se nota?

4. RODRIGO

Formas de enamorarse hay muchas. Hasta este momento me excitaba el cuerpo de un streeper y la idea de estar con alguien por el estilo, pero para un niño encantador como yo, la vida le traería sorpresas que ampliarían el panorama.

 

 RODRIGO

 

Lo bueno de irse enamorando es que de alguna manera se va definiendo el gusto. Por lo pronto, gracias a mis experiencias previas, descubrí que lo mío, lo mío, eran los hombres mayores.

  El grupo de teatro Crisol organizó en Oaxaca un par de Diplomados: uno en Dirección Escénica y otro en Dramaturgia. Yo ya estaba inscrito para presentar examen por segunda vez en el CUT, así que buscando prepararme y al mismo tiempo acrecentar mi conocimiento teatral, le entré a ambos diplomados. El de Dirección… vale, no tenía ni idea de lo que era el teatro y el primer módulo lamentablemente pasó sin pena ni gloria gracias a mis carencias. En el de Dramaturgia llegué en mi plan de “yo soy oyente”, así que fui y me senté en el rincón a escuchar de qué se trataba esto de la Dramaturgia. La maestra que dio el primer módulo al verme tan participativo me tiró mi argumento de “soy oyente” diciendo: “sí, pero los oyentes también trabajan”. Así que toñoñoin!!! Me puso a escribir un argumento y fue de esta manera como me inicié en el mundo de la escritura teatral. Y fue así también como al fin conocí a Rodrigo.  Lo había visto mil y un veces en la TV local de Oaxaca conduciendo la parte cultural del canal. Siempre lo vi con ojos lascivos, pero aún era adolescente y no había comido suficiente pollo como para entender el porqué. ¿Pollo? Sí, pollo. Hago un paréntesis para aclarar esto del pollo. Resulta que mi hermana ahora es vegetariana y escucha un programa de radio en el DF con un doctor Fulano que da consejos de medicina natural y jugos milagrosos. Mi hermana, en su afán de que mejore mis hábitos alimenticios, se aprovechó de que yo iba al volante y de mi buen carácter del día y puso el bendito programa. Para nuestra buena suerte en ese mismo momento el doctor dijo que los homosexuales son producto del consumo de pollo…

   Exacto, yo también me cagué de la risa. Decía el simpático doctor ese, que los pollos ahora son alimentados con hormonas para acelerarles el crecimiento y la engorda, hormonas que se quedan en ellos y que los adolescentes, al comer pollo, las ingieren teniendo una descompensación hormonal en su organismo, lo cual les lleva a tener dudas respecto a lo que son… ¡Por eso no hay que comer pollo o comer pollo feliz! (pollo feliz: dícese del pollo que come gusanitos, maicito y demás cosas en el campo que no tienen hormonas). Señores científicos y sexólogos: tanto despelote queriendo encontrar la causa de la homosexualidad y resulta que la culpa es de los pollos!!! Y posiblemente sea cierto, el otro día fui con mi primo a la zona rosa y ante tanto muchacho con los pelos parados y caminares jocosos, nalgas levantadas y narices de pico, mi primo dijo: Mira esos pelos, parecen pollos mojados.

  Total que cerramos el paréntesis de los pollos y seguimos con Rodrigo.

  Ahí estaba sentado yo, queriendo escribir el argumento para mi primera obra de teatro y nomás no podía. Lo tenía enfrente, tan guapo él, moreno, de rasgos finos, delgado, sonrisa de wow, más de 30 años. Con su pose de «intelectual sé que soy guapo». Me encantó. De inmediato me descubrí viéndolo en lugar de escribir mi argumento. Empecé a garabatear cosas, algunas ideas, veía el cuaderno, a él, al cuaderno, a él, al cuaderno, a él, a él, al cuaderno, a él, al cuadél…

  ¡Coño! Así no voy a llegar a nada. Me levanté y salí a escribir. Terminé y regresé. Presenté mi argumento. Wow, les gustó. Me subieron el ego. Así el primer día. A la salida se me acerca. Oye, me gustó tu argumento. Lo miro a los ojos con mi sonrisa de idiota. Gracias. Me toma del hombro y se despide. Mientras se va le miro la espalda y… la espalda. Voy corriendo con Úrsula. Vieja, creo que me estoy enamorando. ¿De quién? Rodrigo. Ay, chamaco, me dice y ríe. Sigue recogiendo las cosas y no me da más bola.

  Ya quiero que empiece el otro día. Sí, lo de escribir teatro me gustó, pero no me hago tonto, sé porqué quiero ir. Llego y me siento enfrente de donde sé que se va a sentar. La clase está empezando y otro ya le apañó el lugar. ¡Mierda! Llega tarde y se sienta hasta atrás. Al final de día quiero acercarme a saludarlo y no puedo. Sólo lo miro y se va. Valió madres. Al otro día es él quien me saluda. ¿Cómo va esa obra? ¿Ah? ¿Cómo vas con tu texto? No sé. Bueno, escríbelo, se ve interesante. Gracias.

  Comienzo a investigarlo, dice la gente:  Sí, lo conozco, es medio mamón. Un gran tipo. Muy buen actor. Sí, es guapo, pero medio mamón. Le gustan los niños. ¿Pederasta? No, le gustan más chicos que él, como de 18 – 21. ¡Genial! Yo tengo 21. Es alguien muy interesante. Me cae gordo. Aguas con él, le sé varias cosas. Eres un niño muy lindo, no te vaya a lastimar. Eres su tipo. Es un putañero. No lo conozco. Todos hablan, pero bueno, mejor lo conozco yo, ¿no?

  Así pasó el Diplomado, entre saludos, querer hablarle y nada, a la mera hora me rajaba. Me limitaba a verlo, verle los ojos negros y brillosos, la piel morena, la calvicie prematura, la barbilla afilada, las manos finas, el porte. Intercambiábamos saludos, alguna vez nos encontramos en la calle, me preguntaba por el proceso de montaje para teatro escolar, etc. Pura tontería sin algo de sustancia.

  Y terminó el Diplomado, con la conciencia clara de que este era el espacio donde lo veía, ¿ahora dónde? ¿A seguirlo viendo sólo en la tele? Si voy a hacer algo o me armo de valor o chingo mi madre. Se acerca y me dice: tu texto es de los mejores sino es que el mejor. Y yo con mi sonrisota y el ego hasta las nubes diciendo gracias. Ok, ya tengo el pretexto. Oye, Rodrigo, un favor. ¿Sí, qué pasó? ¿Te puedo dar mi texto para que lo leas con calma y me lo comentes? Sería un honor. Naaaaa. Es en serio, me gusta tu trabajo, será un honor comentártelo. (Mi ego sobrepasó las nubes) Ok, gracias, el honor será que me lo comentes. Dame tus datos para saber cómo contactarte y darte mis comentarios. Escribí mis tels y mails atrás del texto. ¿Pongo la hora para ir por el pan? Se lo entrego. Pues va, estamos en contacto, yo te hablo. Me toma del hombro y me da la mano, se despide con esa hermosa sonrisa…

  Pasan los días y no ha llamado. Ok, esto valió un soberano cacahuate, es obvio que no va a llamar.

  Tiempo después suena el cel. ¿Aló? Hola, Francisco, habla Rodrigo. Hola, qué tal. Bien, gracias, ya leí tu texto y te hablo para ver dónde nos vemos. Ok, pues tú dime. ¿Te parece mañana a las 8 pm? ¿Ok, dónde? Yo vivo por la Col Reforma, ¿qué te queda mejor, la Col Reforma o el centro? …¡El Centro! Bueno, te llamo temprano para confirmarte. Perfecto.

  ¿En la Col Reforma o el Centro? Naaa… no querrá llevarme a su casa. No creo. Pero bueno. Al otro día llama. No puedo hoy, ¿te parece si nos vemos mañana temprano? (¡Mierda! Mañana temprano reiniciamos funciones de teatro escolar y quedé en ir…) ¿Ok, a qué hora? A las 9 am, pero nos vemos acá en la Col Reforma, es que tengo poco tiempo. Ok…

 Para colmo salgo tarde y llego 9:20 am. Está parado esperando. Me saluda con su sonrisota y se nota nervioso o desesperado. Te invito un café, ¿te parece? De acuerdo. Vamos hacia su vocho y sube, quita el seguro y entro. Tengo muy poco tiempo, a lo mucho media hora así que vamos a mi casa.

  ¿?

  Llegamos. Empezamos a platicar acompañados de dos gloriosos nescafés. Hablamos de cualquier cosa, de todo y de nada. Viajamos de tema en tema, de mi estancia en el seminario, de su tío el cura guapo, de su familia, de mi familia, de su estancia en Italia, de su experiencia como fotógrafo y así entre risas seguimos platicando. “Sólo tengo media hora” me dijo en la mañana y ahora que veo el reloj son la 1:15 pm. Dónde se metió el tiempo?????

  Saca un pedazo de pastel y nos lo repartimos, al igual que las sobras de una botella de vino tinto. Oye… ¿no tenías sólo media hora? Sí, pero bueno, ya pasó el tiempo, disfrutémoslo. Ok. Y ahí seguimos… hablando de fotografía y de su proyecto, de pronto… Yo posé desnudo, por ahí tengo las fotos, ¿las quieres ver? Y sí, en verdad que quería verlas, pero no, prefiero no o no sé cómo voy a reaccionar. Christian en un momento dado me excitó mucho el cuerpo, pero este hombre me está sobre excitando las neuronas y creo que el corazón. Mejor no ver las fotos. Cambio la conversación y seguimos platicando. De pronto son las 3 pm. Me llaman por teléfono, mi amigo Lalo está a unas cuadras en casa de Randy y Randy tiene problemas, quedo en ir de inmediato. Rodrigo mira el reloj. Oye, chamaco, son las 3 y debo prepararme para irme al canal, así que me voy a bañar para ponerme guapo (Más????). Me mira sonriente, no sé cómo interpretar esa sonrisa si como tállame la espalda fue un placer platicar contigo. Le sonrío y tomo mis cosas. Nos despedimos y me da un fuerte abrazo, me aprieta contra su cuerpo. Eres un niño maravilloso. Gracias. Nos sonreímos de nuevo y salgo. Camino a casa de Randy y me doy cuenta que de mi texto no platicamos ni un carajo. Llego con mi cara de idiota, con las neuronas excitadas y esa excitación recorriéndome la piel misma. Miro a Randy y todo se olvida, mi cuate está en problemas y es hora de olvidarse un poco de sí mismo.

  Con Rodrigo sigo en contacto, platicamos por msn y siempre me dice lo talentoso que soy y que soy un niño maravilloso. Me lo topo en «La Costa» con unos amigos y un chico bastante guapo. Mmmmm…Total, de pronto siento que esa excitación se está desvaneciendo. No sé cómo pasó, quizá de la misma forma en que empezó se fue terminando. El golpe final lo da él. Estoy saliendo con un niño que es increíble, hace mucho no me enamoraba así. Y de pronto, en lugar de sentir celos, sentirme triste o decepcionado, me da gusto, me da gusto por él, en verdad se lo merece. Me presenta a su novio en fotos. Un chico muy lindo pero no es con el que lo vi en «La Costa». Y sí, le gustan los niños, lástima que yo ya tenga 23 y nunca pasó nada. Creo que me hubiera gustado… No, no creo: me hubiera gustado, pero quizá fue mejor que las cosas se dieran así.

  Para entonces ya no vivo en Oaxaca, me trajeron al DF. Cuando voy a Oaxaca lo visito. Dejó de trabajar en la TV y ahora tiene una escuela de Español. Lo veo en el teatro Alcalá, con barbita y el pelo muy cortito, se ve increíble. Me gusta. Nos saludamos cortésmente y ya, quedamos en ir a tomar café. No pasa. Voy de nuevo a Oax. y lo veo en su escuela, está demasiado flaco, estuvo enfermo del estómago y quedó medio madreado. Me preocupa. Quedamos en ir a tomar café. No pasa. Lo veo de nuevo en el teatro Alcalá, me dice que me veo muy bien y le regreso el cumplido. Quedamos en salir a tomar café. No pasa. Seguimos en contacto por msn, a veces la plática se torna un poco rara, empezamos a histeriquearnos y me agrada el juego, pero de eso no pasa, por lo general, cuando la plática más empieza a enrarecerse, saca a colación a su novio y ahí cortamos todo o de plano se desconecta. Siempre me recuerda lo talentoso que soy y me sube el ego. Me encanta. Un día fui a Oaxaca, caminaba por el andador turístico y me paré a ver una estorbantina, ante tanta cultura lo recordé y le mandé un mensaje. Hola, ando en Oaxaca. ¿Y qué haces? Me lleno de cultura en el Andador con una estorbantina, ¿tú? No contesta, me canso de los tipos esos y continúo caminando hacia Sto. Domingo, me siento en la plazuela del Carmen a ver pasar a la gente. Por lo general me gusta hacerlo bajo los framboyanes de afuera de Sto. Domingo, pero el lugar está lleno. Sentado estoy cuando contesta. Yo voy caminando por el Andador, voy al Pochote, ¿dónde andas? Estoy en la plazuela que está junto al IAGO buscando cliente. ¿Cuánto cobras? Lo suficiente. Al rato me alcanza y nos sentamos a platicar. Me gusta mucho hablar con él pero ya no me excita. Bueno, las neuronas todavía, es un tipo genial y muy interesante, eso no se le niega. Lo respeto y admiro mucho. Quedamos en salir a tomar café. No pasa.

  Hasta ahora seguimos en contacto. Me gusta mucho charlar con él pero ya sólo eso. Ya no entro en sus parámetros, tengo 24 años, aunque sigo siendo un niño increíble y talentoso, jajaja.

  Nunca hemos tocado este tema y está de más el tocarlo. Ya si algún día lee este post habrá que ver cómo reacciona. Por lo pronto me siento muy bien. Conocí a un tipo que más allá de excitarme por su cuerpo me excitaba por su cerebro. Un tipo que independientemente de la fama que tenía o tenga o pudiera tener, me encantó conocer, me encanta conocer y me encantará seguir conociendo.

  Es curioso cómo los sentimientos van evolucionando, empiezan siendo algo y después son otra cosa. En ocasiones para bien, en otras… jajaja… en otras…

  Pero dejo este mundo “cultural” y voy de regreso a los arrabales del desnudismo, que aunque dicen que sólo los tontos tropiezan dos veces con las misma piedra… hay caídas que se disfrutan.

3. CHRISTIAN

Por más banales que resulten las siguientes historias, para mí son importantes porque dejaron una huella, un poco profunda pero al final, una huella más en el camino que ahora queda en letras del espacio virtual.

CHRISTIAN

Un eslabón más de mi escalera camino a convertirme en una jota hecha y derecha (entiéndase que es sarcasmo, no soy chica Cabaré-tito, no muevo las caderas al caminar, no me maquillo ni me visto de mujer, no me considero un espíritu femenino encarcelado en un cuerpo masculino, simplemente me burlo de mi condición precaria homosexual), y regresando, un eslabón más fueron esos muchachos tan chulos ellos que les da por encuerarse para deleite de las pupilas morbosas. Para colmo yo tengo dos pupilas morbosas y ande pues, tuve mi encuentro cercano del tercer tipo con esos muchachotes.

  Entran en esta parte de la historia mi harem: las crisolas.

  Las crisolas son un grupo de mujeres locas y pachecas, amorosas y bien buenas que hacen teatro en la ciudad de Oaxaca en un grupo llamado Crisol, al cual orgullosamente pertenezco. Al inicio fui uno más en el grupo y para ellas mi importancia era mínima, pero como me creí eso de que soy un niño lindísimo, pronto me las gané con mi derroche de carisma y hasta ahora tenemos una relación de las más hermosas que me puedan pasar. En ese momento las Crisolas eran Fabiola, Leila, Ara y Úrsula. Y gracias a ellas me introduje en el vicio de los congales.

  Sí, señor juez, lo confieso, ellas me llevaron por primera vez a esos lugares. El primero de todos fue el Menage. Entramos, ellas con la excitación por delante y confieso que sí, yo también iba un poco excitado pero la verdad es que también tenía pena. Y así entramos a ese lugar. Mesitas de madera y sillitas chiquitas. Cuando entré y vi eso pensé que en el lugar no discriminaban a los enanos y por ello el tamaño del mobiliario, pero conforme pasó la noche entendí que no, que no era por los enanos sino para que cuando los muchachos te bailen en tu mesa, el paquete les quede a la altura de tu cara y se ponga candente la cosa. Me gustó.

  Conocí a Alex, un tipo de Hermosillo en verdad hermosillo, alto, guapo, moreno claro, en ese entonces delgado y me encantó. Le dije que era escritor de teatro y que estaba haciendo un texto sobre los encueratrices así que buscaba información. Él estuvo flojito y cooperando y me contó su vida, después fuimos a un privado para que la investigación fuera más clara y ahí de plano mi espíritu científico llegó al paroxismo. Total que me envicié en el asunto y es la fecha que no he escrito el texto sobre los encueratrices.

  Por ese tiempo platiqué con mi amigo Marco, le conté lo emocionado que estaba respecto a enamorarme y para colmo de un tipo que se llama Edgar. Marco me dio un abrazo y me dijo que se sentía muy bien por mí. Todo siguió normal salvo la confesión de amor a Edgar y la decepción posterior acompañada de una pequeña depresión. Marco y yo nos encontramos en Oaxaca y quedamos en salir. Después de vagar un rato decidimos ir a tomar unas chelas a La Habana, lugar de perdición donde las muchachas se quitan la ropa y te embarran las bubis en la cara. Lo curioso es que me gusta ir a esos lugares, a veces hay chicas muy acrobáticas que hacen cosas jocosas en el tubo y en ocasiones corres con la suerte de que a la chica se le vaya el avión y en un momento de desconcentrancia se resbale justo cuando está colgada de cabeza y vaya atrapear el piso con el cabello, ganando por ello un lindo chichón que disimulan después con un peinado alto.

  Total que fui con Marco a ver a las muchachas estas para quitarme la depresión de Edgar, pero el otro después de unas dos horas, recordó que las chicas no eran una de mis prioridades, así que diciendo sentirse mal porque yo no estaba disfrutando, dijo que mejor nos fuéramos. La verdad es que yo sí estaba disfrutando pero accedí de buen modo a retirarnos. Me preguntó que qué hacíamos y le dije que bueno, si él quería seguir viendo chicas y yo quería ver chicos, pues fuéramos al Menage donde había de ambos y hacia allá nos dirigimos.

  Al llegar, un par de chicas entraba. Bueno, decir que eran un par de chicas es hacerles un favor así que corrijo: dos señoras estaban entrando al lugar y al vernos formados atrás de ellas nos preguntaron medio entre que tímidas y medio entre que quién sabe qué cosa ¿son pareja? Marco y yo nos vimos, reímos y de inmediato dimos un rotundo no como respuesta. No, él no es gay, yo sí pero él no. Ay, qué bien, ¿pero están seguros de que no son gays? Él no, yo sí. Ay, es que están bien guapos y pues mejor asegurarse que no son gays. Ok, por tercera vez, él no es gay, yo sí. Es que la otra vez nos gustaron unos muchachos y eran pareja, por eso mejor les preguntamos, ¿seguro que no son gays? Y me pregunto yo, señores científicos: ¿han considerado la posibilidad de que por mujeres como ellas los hombres nos volvemos gays? Digo, he escuchado de todo al respecto. Un cura en misa dijo que los hombres se vuelven gays por falta de amor en la infancia. Así, tal cual lo dijo so pena de que me excomulguen si digo mentira. Y el señor cura lo recalcó, “padres, amen a sus hijos, denles mucho amor porque sino después se vuelven homosexuales”… y lo decía con tanta pasión, que en ese mismo momento estuve a punto de salir corriendo de la iglesia para adoptar un niño camboyano (hay que estar a la moda) y darle mucho amor para que no se convirtiera en una torcida, pero a lo único que me limité fue a decirle a mi hermana que me diera un abrazo muy fuerte porque me faltó cariño. Por supuesto que eso lo vio el padre, pero no sé si sólo pensó que mi hermana y yo nos queríamos mucho.

  Pero retomemos. El punto es que Marco y yo entramos al congal ese y nos sentamos como grandes señores. Cabe destacar que las señoras quisieron bailar con nosotros, pero Marco no baila y yo soy gay, así que nanais, les dimos el avión. Ya entrada la madrugada y con harto alcohol encima, Marco tenía a una muchacha en las piernas y yo veía cuál de los chavos me agradaba más, y de pronto, lo vi… ahí sentado en una mesa, solo entre las sombras estaba él. Rico cuerpo, no muy alto, un trasero delicioso y la cara una vil copia de Vigo Mortensen. Me enamoré. Bueno, en realidad me excité y pedí un privado con el muchacho. Que de muchacho, diría Mafalda, tenía un error, pues ya contaba con 34 años. En el privado puse en acción las manos y el tipo que me apaña, que se va a sentar conmigo y que me empieza a agarrar las piernas y me dice: “quiero que te vayas conmigo”. Incrédulo yo por lo que escuché hice la pregunta obligada de la falta de cortesía según las buenas costumbres: ¿qué? Quiero que te vayas conmigo. ¿A dónde? A un hotel, me gustas. Sin entender me levanté y fui con Marco quien acariciaba a la muchacha y le dije: Wey, quiere que me vaya con él. Pues vete. En ese momento entendí de qué se trataba el asunto. Pido disculpas por ser tan buey, pero venía yo de la santidad del seminario, nunca imaginé que ese tipo me quisiera llevar a un hotel y estaba ya alcoholizado. Iban a ser las 6 am y Marco recordó que debía regresar a su casa. Yo debía hacer lo mismo y él quedó en llevarme, pero a él la muchacha no le dijo que se fuera con ella y él no se lo iba a proponer. Así que acordado el asunto, yo me quedé a esperar a mi encueratriz que respondía al nombre clave streeperezco de Christian.

  Christian es de Guadalajara, tiene un cuerpo muy duro y es bastante atractivo. El problema es que nació negado para el ritmo pero se esfuerza en el escenario. Lo conocí no en el Menage, sino en el gimnasio un par de meses atrás en aquella incursión que tuve al centro de mamados y prospectos a. Estaba yo haciendo abdominales cuando él llegó y mamonamente se puso a trabajar. No queriendo perder detalle del tipo me cambié de aparato para tener mejor visión. Se encontraba en el local otro chico que también notó la grata presencia pero que se negaba a apreciarla por aparente timidez. Christian se dio cuenta de eso y salió molesto con el chico reclamándole. ¿Qué me ves, pinche puto? El chico bajó la mirada y se fue al piso inferior del gimnasio, Christian definitivamente se fue y yo me quedé con una sonrisa enorme en la boca porque se molestó con el chico siendo que el pinche puto que lo veía era yo.

  Y ahora ahí estaba, esperando al tipo mientras le pagaban las fichas de la noche. Se fue a cambiar de ropa y regresó con un pantalón de mezclilla ajustado, una chamarra negra de piel abierta y sin playera, su mochila en la mano y los lentes obscuros en la otra… Wow, casi me vine. Subimos a su camioneta y me preguntó qué hotel conocía. Yo no conocía ninguno. En el camino se empezó a sobar el paquete y se bajó el cierre lamentándose por no tener vidrios polarizados. Eran las 6:30 am y la gente pasaba al lado de la camioneta rumbo al trabajo. Alcoholizado y caliente se me fue el pudor y estuve a punto de abalanzarme sobre aquello que ya empezaba a salir del pantalón, ni siquiera recordaba que ya eran casi las 7 am y mi madre estaría esperando que yo llegara a casa.

  Cuando el tipo se dio cuenta que ya me tenía en la mano volteó, me tomó de la mejilla y me dio un beso riquísimo ¿te dije que te va a costar mil pesos? ¿Mande? Te va a costar mil pesos, mírame, wey, la neta estoy bien rico, cobro más pero tú me gustas. Pero tú me gustas… ¿debía sentirme honrado? No sé. Yo no podía quitarle los ojos de encima y el tipo en verdad me excitaba. Iba a ser mi primera vez, iba a manchar las sábanas con sangre virginal y todo gracias a este streeper. Las hormonas ayudadas por el alcohol tomaron el dominio de mi ser y aceptaron la oferta. Fuimos al cajero. Entré, metí la tarjeta, tecleé mi nip, “por el momento no podemos atender su transacción”, ¡huevos! Salí y le dije. Fuimos a otro cajero. Mismo procedimiento con los mismos resultados… ¿o el banco se puso en mi contra y no quiere que coja con este tipo o qué está pasando?

  Regresé a la camioneta, él se molestó. Nos estoy jugando, wey. Yo tampoco, es el banco, no es mi culpa. ¿Pues cómo le hacemos? No sé. Vamos a otro cajero, ¿no traes nada? Sesenta pesos. Ni para el hotel, yo no voy a pagarlo, wey, de esto vivo, tú lo sabes. Sí, pero no es mi culpa, tú me acompañaste y viste. Wey, estoy bien caliente y me lates, quiero estar contigo. Yo también pero no traigo dinero. Vamos a tu casa. Ni madres, a mi casa no, están mis papás, vamos a la tuya. No me gusta llevar gente a mi casa. ¿Cómo le hacemos? Mira, tengo tu celular…

  No, lo de tengo tu celular no se refiere a tengo tu número, yo te llamo. Él tenía en sus manos mi teléfono. Tengo tu celular, se me queda como empeño, cuando tengas el dinero, cogemos y te lo devuelvo (¿Ah? ¡Reacciona imbécil! Es tu celular y estás a punto de cometer una estupidez). Bueno, de acuerdo, así le hacemos. Te llevo a tu casa. Gracias.

  Me dejó a un par de cuadras, no quería que viera donde vivo. Llegué a casa a las 9 am y mi madre bajaba las escaleras. Me vio con una cara terrible. Como dice un primo, mi madre dejó de ser mi madre y se convirtió en Carmen Salinas. ¿Dónde estabas? Me quedé en casa de Marco. No dijo más y se metió a bañar. No me habló en todo el día. Bueno, sí, dijo un par de cosas pero para reclamarme con indirectas el haber llegado a esa hora. Acababa de salir del seminario, era mi primera parranda y estuve a punto de perder con un streeper, no era tan mal score. Bueno, en realidad sí perdí con él pero mi celular. De todos modos me sentía bien. Lo que hace el alcohol, de veras.

  Paola me llamó. Oye, vamos al Menage. ¿Cuándo? Kyam quiere que vayamos mañana. Bueno, las acompaño. Gracias, te quiero. Te llamo para quedar, no tengo mi cel, se me olvidó en el teatro. Bueno, bye. A los dos días estaba ahí de nuevo, cuando llegamos Christian hacía su show. Vieja, mira, es él. Le conté a Paola lo sucedido, por supuesto no todo, faltó la parte del dinero y del celular. Ella lo vio y dijo que estaba guapo. Nos sentamos. Christian pasó a mi lado y me acarició la espalda. Volteé e intercambiamos sonrisas. Estuvimos ahí un rato, ellas debían ir a la escuela así que decidieron nos fuéramos. Estábamos en eso y fui a despedirme de Christian. Me dio un beso delicioso, me agarró el trasero y me apretó contra su cuerpo. ¿Nos vemos hoy? Claro. Salgo a las 6:30, pasa por mí. Ok. Nos íbamos cuando Noldi me llamó, estaba en el 502. Fui a alcanzarlo y estuve con él. Noldi se fue a las 4 am y yo me quedé esperando que dieran las 6. Un chico se me acercó y me invitó a bailar. Algo debe estar pasando, quizá algún extraño planeta se posicionó quién sabe en dónde y traigo una onda sexosa en mi aura o qué sé yo. A las 5 el chico quería que me fuera con él, pero vale, yo ya tenía planes y el chico no me gustaba.

  Salí del 502 y me dirigí al Menage. Al llegar me quedé afuera y Christian llegó otra vez con su pantalón ajustado, chamarra negra de cuero abierta y sin playera, lentes obscuros y mochila. Mismo efecto que el otro día. Subimos  la camioneta y me empezó a comer a besos. Me encantas, niño. Igual me gustas. Bueno, vámonos, ¿traes el dinero? Sí. ¿A qué hotel vamos? No sé, no conozco ninguno. ¿Traes para el hotel? No. Yo no lo voy a pagar. Sólo traigo los mil pesos. Wey, yo no voy a pagar el hotel, de esto vivo, la neta me encantas pero no abuses. ¿Que no abuse? Los mil pesos son mi paga, yo no voy a poner el hotel. Ya no traigo varo. Vamos a que saques. No voy a sacar más. ¿Cómo le hacemos? No sé. No estés jugando conmigo, yo estoy puesto y bien caliente, el que está fallando eres tú. ¿A ver los mil pesos? El imbécil de Paco se los entregó. Ok, sí está completo, vamos a hacer esto: ya tengo el dinero, trae lo del hotel y cogemos todo lo que quieras. ¿Cómo? Neta te la vas a pasar muy bien, te voy a hacer gozar como nadie (eso era cierto, nadie me había hecho gozar). Me llevó a casa y me dejó en el mismo lugar. Me agarró de los hombros y me besó, metió la lengua hasta donde ya no pudo. Debí sentir asco por su lengua dentro de mi boca… fue delicioso. Te espero. Vale.

  Llegué a casa a las 7:30 am. En silencio entré, cual personaje de caricatura me quité los zapatos y entré a mi cuarto. A los cinco minutos la puerta del cuarto de mis padres se abrió y escuché a mi mamá toser. No dijo nada en todo el día respecto a eso. Ok, no se dio cuenta. En la tarde Edgar se conecta y platicamos un poco. Me desconecto y me quedo sentado en la cama, creo que algo está mal. No es necesario reflexionar demasiado sobre el asunto, en verdad algo está mal y es muy fácil darse cuenta. Estoy haciendo esto porque me hace sentir bien y quiero olvidar a Edgar y sí, vale, acostarme con este tipo y más aún pagando igual y está mal, pero ya pagué y pienso aprovechar la inversión.

  Comienzo a no sentirme bien respecto a todo esto. Va a terminar la semana de vacaciones y yo regresaré a dar funciones fuera de la ciudad. O voy hoy a ver a Christian o esto se hará hasta dentro de tres meses que regrese. Llego en la noche al Menage. Christian me ve y no me hace caso, está con una señora y debe hacerse el buga. Me da risa. Me siento y pido una cerveza. Uno de los chicos se acerca. ¿Puedo sentarme? Claro, si tienes nalgas y sabes ocuparlas. ¿Por qué dices eso? Olvídalo. ¿Me invitas una chela? ¿Quién eres para que te invite una chela? Perdón, soy Larry. Vale. ¿Me invitas una chela? No. ¿Por qué no? Porque no quiero. ¿Estás molesto? No, pero no quiero invitarte una chela. ¿Eres el wey de Christian? No, no soy el wey de nadie. (¿Seguro?). Vale, Por acá voy a estar. Sale. Si se te ofrece algo… Sí, gracias. Bye.

  Voy al baño, Christian se levanta y me intercepta. ¿Traes el dinero del hotel? Sí. Dámelo. ¿Mande? Dámelo. No, yo pago el hotel. Dámelo, lo voy a ocupar. No te doy nada, el hotel lo pago yo. Te lo repongo ahorita. No, paso por ti a la salida, debo ir al baño. Tú vas a ser mi puto. ¿Perdón? Eres mi puto. Yo no soy puto de nadie. Eres mi puto, que te quede muy claro. Lo dice y me apunta con el dedo. Me doy la vuelta y entro al baño. ¿Qué onda con este tipo? Salgo y me dirijo directo a la puerta. Christian me alcanza. ¿Pasas por mí? No lo sé. ¿Entonces mañana? No, ya me voy, regreso a dar funciones, vuelvo a Oaxaca en tres meses. ¿Entonces te veo hasta entonces? Sí. Quiero estar contigo, eres mi puto. Nos vemos. Acuérdate, eres mi puto.

  Salgo y me voy a casa. Todo esto me ha dejado mal, perdí mil pesos, había perdido el celular, perdí un buen cacho de dignidad y lo único que no perdí fue lo virgen. Me siento mal por esto, por Edgar, por lo que pasa en casa entre mis papás, porque no sé si quedaré en la escuela de actuación a la que quiero entrar, porque no sé si realmente podré con esto del teatro, porque por un momento quisiera no ser gay, porque quiero que me vuelvan a besar así, hasta las amígdalas, porque quiero que me tomen de la cintura igual. Me siento mal por muchas cosas.

  Regresamos a dar funciones. Despertamos y arreglamos las cosas, llegan por nosotros, subimos todo a la camioneta y camino a desayunar me duermo. Despierto, desayuno y camino a la función me duermo. Llegamos a la escuela a dar función, arreglamos las cosas y en lo que llegan los niños me duermo. Damos función, recogemos todo y en lo que llegan por nosotros me duermo. Camino a comer me duermo. Comemos, de regreso a donde nos hospedamos me duermo. Llegamos y duermo. Despierto para ir a cenar y lo mimo. Así todos los días. Oye, Paco, ¿qué onda contigo? ¿Eh? ¿Qué tienes, estás enfermo? ¿Por qué? Estás durmiendo mucho, ¿te cansaron las vacaciones? No. Pues aguas, maestro, ponte las pilas, tú no eres así.

  Cierto, estoy durmiendo demasiado y se llama depresión. En estos días que estoy durmiendo sólo pienso en dos cosas, Edgar y Christian. Nadie quiere comprometerse. Tú eres mi puto. Y tengo mucho sueño.

  No, ¡alegría! Debo salir de esto. Tengo tendencia a ser depresivo pero ni madres que me voy a hundir, por pendejo me metí en esto y ahora a ver como salgo. Por las noches me pongo a correr en la cancha del albergue. El pretexto es prepararme para mi examen del CUT, la verdad es que intento sacar esto que traigo dentro.

  A las dos semanas vamos a Oaxaca. Estoy tentado por ver a Christian. No, mejor borro su cel y me quito tentaciones. No lo volví a llamar. No fui al Menage por un rato. Él no me llamó nunca. Al final no supe si eso de me encantas fue pura estrategia para lograr lo que el tipo quería o en verdad le encanté en algún momento.

  Cinco meses después de esto lo vi. No le hablé, no sé si me vio. Seguía igual, atractivo, súper bueno… pero no me excitó. Al contrario, le vi un airecillo decadente. Sólo sonreí. ¿Lo bueno de esto? Me gustó estar deprimido, me gustó excitarme así con un hombre, me gustó correr el riesgo, me gustó ver a mi mamá enojada, me gustó comprobar a qué grado de imbecilidad puedo llegar.

  Sí, señor juez, me arrepiento de haberlo hecho, pero al mismo tiempo no. Fue cosa de una semana pero es memorable. No, no lo volveré a hacer, lo prometo. O bueno, no sé. Si un clavo saca a otro clavo, quizá un streeper saque a otro.

2. EDGAR

Siguiendo con las historias….

  Pensaba que esto igual y puede llegar a algo bueno. Posiblemente me dé pistas de porqué mis relaciones se han ido al carajo. No lo sé. Es una idea que me cruzó la cabeza. Al menos me sirve para divertirme un rato respecto a lo que me ha pasado.

Siguiente en la lista:

 EDGAR

Obligado estuve en mi último año de seminario a servir en un apostolado que terminó siendo algo querido aunque al inicio no me pareció en absoluto grato recibirlo. !Biblioteca de teología de la casa Juniorato!, todos sentados alrededor de la mesa cuadrada y fea para que nos dieran los apostolados. El padre formador abrió la boca y dijo: Paco y armando van a los Boy Scouts. Y ahí me tienen, con mis botas negras, calcetas que estirándolas un poquito más bien servirían de bra, shorts enseña chamorro, camisola verde “hazte-más-moreno-de-lo-que-eres”, pañoleta y mi cara de angustia, de angustia, no de mustia. Y así inicié mi apostolado. Al inicio muy reticente a pesar de mi falsa cara de felicidad. Después me fui acostumbrando. Más adelante me gustó. Y como todo, cuando me gustó, dejé la orden religiosa y con ello el apostolado.

 Y así llegué a Oaxaca sin pensar regresar a vestirme de niño explorador. Con todo el tempo libre que tenía lo que mejor se me ocurría hacer era entrar a Internet, y entre esas navegaciones, recordando viejos tiempos, puse en el buscador: Scouts. A ver qué encuentro. Y huevos!!! En la segunda página del buscador aparece el grupo Scouts Gays de México.

Qué????? Si en los Scouts no aceptan jotas!!! Me dije yo. Así que con el morbo en la punta de la nariz y en cada huella dactilar, entré a dicha página. Fotos de algunas actividades, mensajes de los participantes y un grupo que se decía en construcción. Me inscribí para ver qué pex. Mi nick: freyo.

  Empecé a mandar mensajes cuestionando el porqué del grupo, haciendo preguntas varias acerca de los estatutos, la ideología, los integrantes, etc. Me intrigaba la cosa. Más cuando yo fui Scout y escuchaba comentarios harto homofóbicos, y sobre todo porque estaba empezando a aceptar que me gustaban más los hombres que las mujeres. Total, me inscribí y mandé mensajes. Al inicio ni quien me contestara. Después empezaron a llegar respuestas.

  Él: Edgar.

  Seguí escribiendo. Había algunas fotos suyas en la página. Es lindo. Barbita de candado, moreno, guapo, algo en él que atrae. Desde entonces mi nombre se convirtió en mi nick: freyo. 21 años de responder al nombre de Paco o Francisco para que mi iniciación en lo gay me diera el nombre de freyo. Nos agregamos al msn. Empezamos a platicar.

  Pasaron varios meses. Yo en Oaxaca, él en el DF. Viajé en una ocasión a Patzcuaro, Mich. (lugar hermoso) y de regreso paré un día en el DF. Traía su teléfono. ¿Le llamo? Qué más da. Le marqué. Me sentía nervioso. Una voz algo varonil contestó. Intenté engrosar la voz. Mierda, siempre he tenido la voz algo aguda. Recuerdo que en la primaria, por ser el hijo de la Maestra Emma, me tocaba leer el programa de honores a la bandera. Oculto tras la hoja, la escuela pensaba que era una niña la lectora para la sorpresa posterior de ver que era niño. Con algo de niña, pero eso aún no lo sabía. Bueno, la cosa es que intenté engrosar la voz. ¿Edgar? No, un momento. Gracias. No era él, ¿quién sería? ¿Sí, bueno? Una voz menos varonil contestó. Ok, no necesito engrosar la voz así que hablaré normal con mi timbre de mezzosoprano. Hola, Edgar, habla Francisco Reyes. Mucho gusto, de dónde te conozco. Estoy en tu grupo Scout. Ah, qué bien. Sí… oye, estoy en el DF y hablaba para saludar. Gracias, que amable. Bueno, era sólo para eso. Vale, gracias. ¿Bueno… y cómo estás? Bien, gracias. Qué bueno. Bueno. (¿Qué más se le dice a un desconocido? No lo sé, mejor cuelgo, sería lo más sensato, sobre todo con las maravillosas respuestas que me da el tipo, así dejo de esforzarme en vano. Mejor me despido). Bueno, este, un abrazo. Ah, sí, igual, gracias por marcar… oye, ¿cuál es tu nick en la comunidad? ¿Mi nick? Es freyo. Freyo??????? Eres freyo???? (¿Dije otra cosa? Me pareció decir que mi nick es freyo). Oye, qué gusto que marques y qué emoción escuchar tu voz!!! (Sí, se ha notado todo el tiempo anterior que platicamos). Oye, ¿cuánto tiempo vas a estar en el DF? Tenemos muchas ganas de conocerte. Me voy mañana en la noche. Perfecto, nos vemos mañana en el bosque de Chapultepec, tenemos actividad de grupo y nos va a gustar mucho conocerte, nos has ayudado mucho a organizar el grupo con todas las preguntas y los comentarios que nos has hecho. Vale gracias. ¿Te vemos mañana? Sí, claro. Va, un abrazote y nos vemos mañana, mi cel es éste para cualquier cosa. Perfecto.

  Cuelgo. Nos vemos mañana en el bosque de Chapultepec. Y… cómo madres llego al bosque de Chapultepec?????? Con la pena le marco de nuevo, La voz varonil contesta y me lo pasa. Edgar me explica cómo llegar y dónde verlo. Hecho, nos vemos mañana en el bosque de Chapultepec.

  Tomo el metro, llego al bosque y le marco al cel. Me dice dónde verlo. Voy a buscarlo, no lo encuentro. Veo a dos chicos vestidos de scouts, uno de ellos se ve más torcida que la rama de los árboles del bosque, bien podría pasar desapercibida entre ellos. Con pena me les acerco. Disculpen… ¿son del grupo de Edgar? Sí, ¿eres freyo? Sí. Mucho gusto. Le marcan a Edgar, él viene a nuestro encuentro. Botas, calcetas largas, short que deja ver sus piernas, playera negra sin mangas, piel morena, ojos negros grandes. Wow, me gusta.

  ¿Tú eres freyo? Y volvemos a lo mismo. Sí, soy freyo. Creímos que eras alguien más grande, como de 35 años… ¿Es un cumplido? Es que tus mensajes en la comunidad… creíamos que tenías como 35. ¿Entonces me voy? Perdón por tener 21 y haber estudiado filosofía y por lo mismo ser un rollero. Qué gusto conocerte. Sí, claro, el gusto es suyo.

  Llegamos con los demás. Chavos, quiero presentarles a freyo. ¿Tú eres freyo? No es cierto, creíamos que eras más grande… Lo mismo. Otras tres veces más. No es necesario escribirlo. Terminó la actividad. Vamos a comer para celebrar el conocer a freyito. Ok! ahora por tener 21 soy freyito, si tuviera 35 sería freyo y si tuviera 60 sería… un senil.

  Fuimos a comer. Vips. Jotas teníamos que ser. Comimos y no podía dejar de ver a Edgar. Algo me atrae. Es lindo, se hace el propio, me mira y me sonríe. Para hablar con la gente debo verla a los ojos, a él no puedo. He intentado hacerlo y no puedo, me da pena. Siento que me sonrojo. ¡Mierda!

  Llama Ricardo. Dice Edgar: Estamos con freyito, es un niño lindísimo. Me siento bien por eso. Al rato llega Ricardo y salimos del Vips. Edgar me acompaña al metro, subimos y me dice cómo llegar a casa. Bajo en la estación que me toca y él sigue. Nos damos un beso de despedida y quedo frío, él me guiña un ojo y sigue en el vagón. Camino por el andén y al pasar el vagón junto a mí, cruzamos miradas. Me sonríe. Me sonrojo. Regreso a Oaxaca. Platico con Edgar por el msn. Me ilusiona saber que lo voy a encontrar. El hombre de la voz varonil que me contestó es su pareja. ¡Mierda! ¿Freyito… te puedo decir algo? Claro. Estoy muy triste, mi pareja y yo nos estamos separando, creo que ya no me quiere. Órale, qué mal. Sí, pero no tanto, conocí a un niño y me gusta mucho. ¡Zaz! Le gusta otro, ni pex. ¿Sabes? Me siento bien porque el niño que conocí es scout y tenemos eso en común, pero tenemos muy poco de conocernos, sé muy poco de él, sólo sé que es un niño lindísimo. Un niño lindísimo… Mmmmm… yo soy un niño lindísimo…

  ¿Sabes? Este niño y yo hemos platicado mucho y me la paso muy bien con él, aunque sólo platicamos por msn (Mmmm… yo soy un niño lindísimo y platico contigo sólo por msn y dices que te la pasas genial. ¿Será? No sé, no creo, no sé). Tú lo conoces, estuvo el día que viniste al DF.

  Ok, demasiadas coincidencias, no sé si en verdad sea yo a quien se refiere, mientras tanto me estoy pachequeando muy sabroso. Creo que soy yo y me encanta la idea. Algo está pasando. Sueño con el tipo y despierto con mi sonrisota y abrazando la almohada. En definitiva algo pasa. Ya es cada vez más necesario entrar al msn para hablar con él. Nos divertimos mucho y me pregunta si tengo planes de irme a vivir al DF, que a él le encantaría. Genial, estoy a punto de decirle que me gusta y que sí, que me quiero ir a vivir al DF. Si es con él no me importa. Me vale tener 21 años y él 30. Si me lo propone está genial. Me vale que nadie más que yo y ellos sepamos que soy gay. De hecho, gracias esta situación me estoy aceptando y me siento pleno. Nunca me sentí así, ni estando en el seminario. Y mira que ahí fui muy feliz. Me decido a confesarle a Edgar que me gusta, no, no me gusta, me encanta, sueño con él, lo traigo en la mente.

  Platico con Paola, le digo que me estoy enamorando de alguien. Me pregunta quién es. No se lo quiero decir. ¿Cómo se llama? Empieza con E. ¿Elena? ¿Esther? No. ¿Cuántos años tiene? 30. Eso justifica que no le diga quién es por un momento. La desespero y ella quiere regresar a hacer su rutina en el gimnasio. Termino confesándole mi malestar psicopatológico llamado homosexualidad. Se saca de onda. Platicamos. Suspende su rutina y vamos a su casa. En el camino le cuento cómo están las cosas. Me da un abrazo y calla. Gracias.

  Voy a casa queriendo hablar con Edgar. Me conecto y él está en línea. Emoción. Quiero decirle lo que pasó con Paola y confesarle que me gusta. Me siento feliz, voy a hacerlo. Oye, freyito, ¿recuerdas al chico que te conté que me gusta? Sí, claro. Salí con él y me la pasé muy bien…. Ah??????? Perdón????? Sí, tenía dudas de qué podría pasar pero me la pasé muy bien…

Silencio.

Me desconecto.

Me conecto una semana después. Él está en línea. Dice que me ha extrañado mucho, que qué me pasó. Nada, no había tenido tiempo de entrar. Edgar ya por fin se separó de su pareja y piensa algo serio con este otro chico. Intento sonreír. ¡Ríe payaso! Hablamos poco, me desconecto excusando falta de tiempo. Dos días después me dice que está muy triste, que lo de este chico no resultó pero que ha conocido a otro. Después me cuenta de otro, y de otro, y de otro… y de otros. No entiendo. ¿Uno diferente para cada día de la semana? Perdón, crecí en lo que llaman provincia aunque sean estados libres y soberanos y eso no entra en mi escala axiológica o en mi horizonte gnoseológico. Diría el maestro Raúl Gutiérrez Saenz que aún no tengo esos lentes de color… viejito cagado.

  Empieza mi proceso de desenamoramiento. No sabía que para entrar en su vida me daría tiempo los lunes o me agendaría. O eso parece que hace. Bueno, de alguna manera me tendría que desencantar de él y me está dando las herramientas. Gracias. 

  Seguimos charlando, se queja del mundo y de los hombres, que nadie está dispuesto a comprometerse y que él quisiera algo formal con alguien pero que parece ya nadie piensa así. Me lo repite otras dos veces después de contarme de unos ligues más. Me desespera y le digo todo. Sí, todo, que me gustaba, que soñaba con él, que me emocioné como un verdadero pendejo y que me gusta, o me gustaba. Se lo digo para que deje de estar fastidiando. Se queda callado. Me dice que platicamos después con más calma, cuando yo ya esté en el DF. Las cosas quedan así. Cada vez platicamos menos. Por una parte me hace sentir bien, así lo olvido. De todos modos, para atormentarme, le escribí un mail vaciando lo que estaba sintiendo. Mucho tiempo después, Edgar me dijo que estaba escribiendo una novela y que si podía usar el mail para ponerlo en su novela porque así era lo que él quería escribir. Risa por dentro y luz verde para que lo hiciera.

  Eric, un amigo común, sabe qué onda conmigo respecto a Edgar. Dice que lo mejor que le podría pasar sería estar con alguien como yo, que lo qe Edgar necesita es tenerme en su vida, pero en los planes de la mía ya no considero a Edgar, por un momento pensé en entregársela sin chistar y ahora no me interesa, creo. Voy de visita al DF y hay una actividad de grupo en Pachuca, me invitan. Acepto. Intento no estar cerca de Edgar. Él entrega los boletos y yo subo corriendo al autobús. Encuentro mi lugar y me siento intentando no hablar mucho con él. Ya pasó eso pero prefiero no tocarlo aún. Todos suben y así es la vida, Edgar se sienta conmigo…

  ¿Cómo estás? Bien, gracias. Qué bueno y qué bueno que vengas, eres un elemento muy importante para el grupo. Gracias. Salimos del DF y me hago pendejo viendo por la ventana. Me toma de la pierna y me pone nervioso. Oye, freyito, sobre lo que me dijiste… No te preocupes, ya todo está solucionado; fue una pachequés mía pero ya está todo bien, puse en claro mis ideas y sentimientos y vale, ya todo claro. Qué bueno, eres un niño lindísimo y no quiero que te sientas mal. No te preocupes. Me da un beso en la mejilla. Nos dormimos hasta Pachuca.

  En la actividad vamos a escalar. Lo más importante es usar las piernas, nos dicen los instructores. ¿Y qué hago yo que no tengo líquido en las rodillas? Chingo mi madre e intento subir. No puedo. Lo intento de nuevo, no puedo. Aborto la actividad. Edgar sube y me emociona. Me emociona ver que sí puede, que cada vez va más arriba, me asusta pensar que puede caerse y lastimarse. Lo miro desde abajo y no sé si estoy orando para que pueda hacerlo. Me descubro a mí mismo con el corazón en las manos mientras veo al tipo subir la puta piedra esa. Me detesto y me voy. Camino montaña arriba. El sol está hermoso. Me siento entre la hierba y corto algunas florecillas. Dicen que para curar la tristeza es bueno que los niños tiren pétalos de flores en un río. Acá no hay río, sólo un niño lindísimo con la tristeza en la cara queriendo salir en lágrimas pero no puede. Me pellizco queriendo llorar y no, nanais. Ni una puta gota. Corto más flores y las aviento al aire. El sol está hermoso. Regreso y todos me esperan. Me preguntan si fui a ligar al monte y ríen. Edgar es uno. Lo miro con todo el odio que puedo pero soy un niño lindísimo y el odio no se nota, sólo mi sonrisa. Nos vamos de Las ventanas y volvemos a Pachuca.

  Por la noche vamos a una disco. Edgar es el más solicitado. El galán que llegó al pueblo y con el que todas quieren. Nos embarra en la cara la cantidad de teléfonos que le han dado y se besa con un tipo muy guapo. Cerveza y baile, buena fórmula para olvidar algunas cosas. Lo practico. Por suerte todos estamos cansados y nos vamos temprano. Edgar presume sus conquistas y su buena noche. Yo hago lo que mejor sé hacer, caminar rápido. Me les adelanto a todos y llego a la casa donde estábamos, con ira y tristeza mezcladas. Al otro día regreso muy temprano al DF, los demás se quedan en Pachuca.

  Llego y me siento de la chingada. Comienzo a descubrir en mí los primeros síntomas de mi trastorno depresivo. Me siento en el sillón del depto de mi hermana y miro la tele apagada. En la mente pasa una y otra vez todo lo sucedido en Pachuca y empiezo a detestarme por cursi y ridículo. Pero no puedo dejar de sentirme triste. Y mi hermana llega.

  Algo que siempre quise tener fue un loro. Tuve perros, gallinas, patos, conejos, chivos, gallos, ranas, ajolotes, peces, canarios, pericos australianos, tortugas, cangrejos, cardenales, jilgueros, un halcón, una lechuza o algo parecido, iguanas y axolotes pero nunca un loro. Era mi sueño desde que leí en un libro de primaria el cuento “Lorenzo mi loro”. Y ahí estaba yo, pensando en este tipo, en lo que pasó, sintiéndome mal por todo y entra mi hermana al depto. Me mira sonriente. Ni, ¿qué crees que te compré? ¿Ah? Apenas y reacciono al verla, sigo pensando en todo eso. Ella me entrega una bolsa de papel donde algo se mueve. La abro sorprendido y ahí está, medio asfixiado y medio mareado, un montón de plumas verdes que al desenrollarse son un loro. El loro me mira y comienza a gritar. Ahora sí que no puedo, se me sale una lágrima y me sorprendo. Hace años que no lloro. Un pinche loro ha venido a colmar el plato y me alegro. Abrazo al animal que se queda pendejo ante tal muestra de cariño y grita enloquecido. Mi hermana y yo siempre hemos tenido un lazo extraño, psicológico y emocional. Me sorprende. Amo a mi hermana. Con locura no incestuosa.

  No sabía si titular esto Edgar o Ñaque (el nombre de mi loro), pero al final todo pasó por Edgar y debo aceptar que fue algo muy lindo. Gracias a él acepté mi homosexualidad. No me considero gay por que me gusten los hombres, me considero gay por haberme enamorado de uno al grado de querer entregárselo todo. Y bueno, el tipo igual marcó cosas en mi vida que después contaré.

  Regresé a Oaxaca y seguí en contacto con él. Me contaba sus ligues y de cómo odiaba a los hombres porque ninguno quería comprometerse en algo serio. Hueva y más hueva. Me fui a vivir al DF y seguí en el grupo Scout. Al terminar una actividad nos quedamos platicando Edgar, Eric y René. Salimos del Vips para ir al carro de Eric. En el camino, Edgar me toma de la mano y me detiene. ¿Freyito, te puedo dar un beso? ¿Ah? Me mira directo a los ojos y se humedece lo labios con la lengua, se acerca, lo tengo enfrente de mí y sus labios comienzan a tomar forma para besarme. ¿Te puedo dar un beso? Le digo que sí y le ofrezco la mejilla. él hace una mueca de desepción y me besa. Eric nos mira. Esperamos que el semáforo cambie para atravesa la calle, Edgar se pone los dedos en los labios y después coloca con sus dedos un beso en mis labios. Eric nos mira. Sólo sonrío como comprometidamente y hago un mal chiste, seguimos caminando hacia el carro. Edgar me toma de la mano, yo correspondo el gesto bromeando, pienso en lo que sucedió, pero dos cuadras después son otras cosas las que me preocupan. Edgar y su beso quedaron de lado, cuando tomo conciencia me siento extraño, tranquilo pero extraño. El grupo se desintegró y se formaron dos. El escultismo igual dejó de tener relevancia en mi vida y más desde un enfoque gay. Preferí dedicarme a algo que en verdad me llena como es ser dramaturgo y estudiar. A Edgar dejé de verlo en la despedida de una amiga que se fue a Colombia y nunca más supe de él. Bueno, sí pero por chismes que me llegan. Me expulsó de su comunidad de internet de Scouts y se perdió por completo el contacto. No lo he visto desde entonces, pero dicen que él dice que sigo en contacto con él y que hemos quedado en vernos.

  De locos.

  Le gustaba que en lugar de Edgar le dijeran Gary. Me dice un amigo: ¿Sabes qué es una garygoleada? Exacto. Ése mismo y espero entiendas por qué.

  Dicen que el primer amor no se olvida y que marca mucho. En verdad éste lo hizo. El problema es que no sé, en realidad mi primer gran amor fue Paola, pero él fue mi primer gran amor sin ovarios. Hasta ahora aún me acuerdo de él, y sí, lo recuerdo bien, no guardo rencores y me gustaría que le fuera bien en la vida. No sé, al final… sí soy un niño lindísimo.

1. PAOLA

Buscando una forma de gastar el tiempo que no tengo, decidí meterme a esto de los web blogs. Pensando qué hacer con este nuevo espacio, en tanto que ya tengo otro donde expongo un poco de mi trabajo, decidí narrar algunas de las cosas que me han sucedido y que algún ocioso sin qué hacer como yo, bien podría leer y pasar un rato agradable riéndose de mis desgracias.

  ¿Y qué mejor para ello que mis historias amorosas? Digo, al final, todos hemos pasado en algún momento por una o más historias donde otra persona ha llegado a interrumpir la calma de los días metiendo su cara, cuerpo y alma en donde no le importa, es decir, en nuestra vida.

  Y así empieza esto. No sería justo hacer el recuento de los daños (MR Gloria Trevi) sin hacer mención total de las personas, por lo que empezaré con mi parte obscura… es decir: cuando aún era buga. ¿Lo fui?

 

   PAOLA

  Corría el año de… ejem, cuando entré a la prepa. Mi butaca: la segunda de la  sexta fila. Encantado estaba yo de entrar a la prepa, tanto que al llegar corrí a la silla y me acosté a recuperar el tiempo de sueño perdido. Tiré la mochila debajo y puse el brazo sobre la paleta de la silla, incliné el cuerpo hasta que mi cabeza hizo contacto con el brazo y cerré los ojos. Silencio.

  Ruido. ¿Qué pasa? Creo que la primera clase va a iniciar. Abrí los ojos y miré a la puerta del salón. En ese justo momento entró ella. Delgada, cara pálida, cabello castaño claro, corto hasta los hombros, ojos miel. Caderota. Wow…

  ¿Qué es eso? Se llaman mujeres, por lo general sirven para que los hombres se enamoren, por lo general porque hay algunos hombres que no se enamoran de ellas, pero eso lo experimentarás dentro de mucho. Y por cierto, hay mujeres que no le corresponden a los hombres sino a otras mujeres, pero son esas cosas de la sociedad que muchas personas no logran explicarse. Por ahora limítate a recoger el hilo de baba que te está escurriendo de la boca casi hasta caer en la paleta de la silla. Y no, aunque eso creas, no es baba que te haya escurrido mientras dormías hace rato, esa baba la estás produciendo justo ahora que la ves a ella. Y por favor, cierra la boca, no es necesario que la abras así, basta con que la veas, si sigues abriendo la boca se va a dar cuenta que la estás viendo. ¡No imbécil! ¡Tampoco suspires! Reacciona!!!!!

  Se dirige hacia mí, ¿porqué? ¿Se habrá dado cuenta de que la veía? ¿Me va a reclamar por verla y babear? Yo no quería, en verdad, se dio así, de repente. Mierda, sí se dirige hacia acá. ¿Qué hago? Saca un libro, libreta algo. No mames, está más cerca, en serio viene hacia acá. ¡Huevos! Se sentó a mi lado. Tengo por vecina de butaca a una tipa que se ha dado el lujo de hacerme babear por primera vez. ¿Quién se cree?

  Y así el primer día de clases. No quiero verla, no voy a hablarle. Sé que se llama Paola. No es necesario que me presente, ella ya sabe cómo me llamo. Son las ventajas de la lista escolar. Y bueno. Ya sabe mi nombre, no es necesario que me presente. ¿Por qué repites lo mismo?, es redundancia. Quiero que sea claro. No es necesario. Cállate y sigue leyendo.

  La salida… yo en la parada del camión. Ella viene caminando, va a atravesar la calle y viene con sus amigas. Mierda, mejor me voy rápido. ¿Por qué no pasa el camión? Justo ahí viene. Benditos sean los camioneros. Subo, me siento… Mierda y más mierda!!! Se subió también. Viene hacia acá. Abro la mochila, ¿con qué me hago pendejo? Y se sienta en el asiento de adelante. Le miro el cabello, es lindo, ondulado. Voltea y me saluda. ¿Qué dejaron de tarea? Y le hago el listado de cosas que dejaron. ¿Qué me pasa? Me vale madres la tarea, ¿por qué se la digo? Y así, entre silencios tensos, plática forzada, sonrisas… llegamos al mismo fraccionamiento. Se llama Paola, vive a tres cuadras de mi casa y es mi vecina de butaca. Estoy en primero de prepa, tengo 14 años y soy un perfecto imbécil. Me estoy enamorando de una mujer… pero ya creceré, jeje.

Elipsis de tiempo———————————-

Paola, mi vecina de butaca, se está convirtiendo en mi mejor amiga y llevo tiempo negándome a decirle que me gusta. Cada que la veo es inevitable sentir cosquillas en el cuerpo y sonreír como idiota. Me gusta, es claro, pero… bueno, qué sé yo, no sé qué hacer o qué decir, salvo pendejadas que la hacen reír. En la tele dijo una mujer muy guapa acerca de un hombre feo: “me gusta porque me hace reír”. Bueno, yo hago reír a Paola y tan feo no estoy. Pero sí estoy bien estúpido, no me atrevo a decirle algo.

  Pasan los meses. Terminó el primer año de la prepa. Paola es mi mejor amiga y nunca le dije algo. Voy mucho a su casa, tomamos el mismo camión, se come mis papas y toma de mi refresco. Platicamos mucho y tenemos un círculo común de amigos. Listo. Valió madres cualquier cosa. No me atrevía a decir nada y no sé… creo que ya no estoy enamorado. La quiero un chingo, eso sí, me gusta estar con ella, platicar, pasar la tarde, burlarnos de los maestros. Tiene un puto humor ácido que me encanta y su voz es como un sartén siendo arrastrado en el piso. Me gusta su voz.

 Segundo de prepa. Entiéndase otra elipsis ——————–

  Resulta que Paola y yo seguimos en el mismo salón. Todo marcha. Las cosas tranquilas. Es mi mejor amiga, dice que soy su mejor amigo, me cuenta sus cosas y yo las mías. Paola tiene un raro gusto por mirarle el trasero a los hombres. Anduvo con un chico que jugaba béisbol y que dice estaba muy nalgón. ¿Qué les ve a los traseros de los hombres? Vamos en el camión y le ayudo a buscar buenos traseros. Ahí hay uno, redondito, paradito. El tipo lleva pantalón de vestir y se le ve muy muy bien. Es un tipo alto, delgado, cabello negro y chino, nariz afilada, bastante guapo… Sí, es muy guapo, y tiene un trasero maravilloso. Paola no lo ha visto. La codeo y se lo muestro. Ella abre la boca y babea. Recuerdo eso. Sexto párrafo.

 El tipo en verdad era guapo. Pero vale, ya pasó. Bajamos del camión y cada cual a su casa. Sigo con mi vida. En el salón me cuestionan. ¿Por qué no tienes novia? No sé, no quiero. ¿Por qué? Pues porque no sé. No hay nadie que me guste.

  Paola cumple años en dos días. Le escribo una carta donde le agradezco por su amistad y por primera vez le confieso haber estado enamorado de ella. Ella no dice nada, bueno, dice que me quiere mucho y que soy su mejor amigo. No dice más nada. Bueno, vale, una cosa más cerrada. Eso creo.

  En la bolita de amigos las cosas están así. Noldi anda con Valeria, Kyam con uno que le decimos Pimpón, Lalo con Gaby, Randy con Vania, a Rolando no lo cuentan mucho ellas, sólo Marco, Paola y yo seguimos solteros. Marco es mi mejor amigo y Paola es mi mejor amiga. Todos dicen: Marco y Paola deberían ser novios. Ellos ríen al inicio. Después se lo empiezan a tomar en serio. A mí no me agrada mucho la idea. ¿Celos? Bueno, no sé, no los había experimentado antes.

  Marco me pide ayuda, Paola me habla de Marco. Ambos me comentan cosas del otro. Intento que la sopa que me dijo uno no se me salga con el otro. Es difícil. Mierda, y yo ando medio molesto por eso. Sí, es por eso, porque no quiero traicionarlos en la confianza que me tienen. ¡Mierda! ¡Qué me hago pendejo! Tengo celos de Marco y es mi mejor amigo, no quiero que ande con Paola y a la vez sí. Me dice cosas de Paola y me encanta, se está clavando con ella y me gusta que mi amigo se sienta así. Quiero ayudarlo pero a la vez no. Deberían darme un premio por esto. Lo mismo le pasa a Paola. Ok… respira. Y va, ya está. Paola y Marco están saliendo. Marco me cuenta lo que le pasa con Paola y ella igual.

  Mierda!!!! No tienen más amigos a los que contarles sus intimidades???? Pero gracias. Me gusta. Paola y Marco se pelean: me entristece por ambos y al mismo tiempo me alegra. Paola y Marco ya están bien de nuevo: me alegra por ambos y al mismo tiempo me molesta. Cumpleaños de Paola. Le escribo una carta a Paola en un rollo de papel de baño. La carta le encanta, le fascina, se la presume a todos. Jeje. La flor favorita de Paola son los tulipanes, Marco no sé qué hizo para conseguirle uno, se lo da en su cumpleaños. A ella le encanta. Yo le llevo una flor rara de mi jardín, a los papás de Paola les encanta. A los papás de Paola les caigo mejor yo que Marco, jejeje. O sea… ¿qué son estas pendejadas? ¿En qué momento me puse a jugar a las competencias con mi amigo? Paola sabe que yo estuve enamorado de ella, pero ella nunca dijo estar enamorada de mí. Sólo alguna vez, cuando recién nos conocimos, la vi sonriendo y sonrojarse al hacerlo mientras yo exponía no recuerdo qué madres en el salón. Sus amigas le picaban las costillas y se reían mientras me veían. Paola intentaba estar seria pero ocultaba la vista y tomaba apuntes de lo que yo decía. Pero eso fue hace ya dos años y seguro fue un mal viaje mío. Total, la vida sigue.

  Baja el espíritu santo. Decido entrar al seminario y ser sacerdote. El primero en saberlo es mi mejor amigo: Marco. Ni a mis papás se lo he dicho, tampoco a Paola. Pasan los días. Me encuentro a Marco y Paola en la calle, ella me ve y los ojos se le humedecen, le salen un par de lágrimas. ¿Es verdad que te vas al seminario? Marco me lo dijo. Empieza a llorar. Sí, lo decidí apenas, estoy muy contento. Ella llora. Yo me quería casar contigo. Lo dijo frente a Marco y a mí. Ambos callamos y la vemos con cara de pregunta. ¿Cómo es una cara de pregunta? No sé, lo leí en alguna parte. En este mundo ya nada es original. Regresemos. Paola me ha dicho que ella se quería casar conmigo. Marco y yo nos reíamos un momento atrás y no sabemos si lo que escuchamos fue en verdad lo que creímos escuchar. Él pregunta ¿qué dijiste? Nada, ya nos vamos. Se limpia las lágrimas, me da un beso y se despide. Marco la abraza y se van. Los miro caminar y me pregunto si es verdad lo que escuché. No sé. De todas formas lo que decidí ya está decidido y me siento muy bien por ello. ¿Pero… dijo lo que creí que dijo?

  Marco y Paola tienen problemas. Marco llora en mi hombro frente a la escuela. Nunca me había sentido mejor ni más unido a una persona. Este wey es mi hermano, mi súper hermano. Lo quiero un chingo.

  Termina la prepa, me voy al seminario. Marco, mi súper brother y Rolando, un gran amigo, me acompañan al lugar más feo de México: Sta. Ana Chiautempan, Tlaxcala. Ahí viviré este primer año de vida religiosa. Paola y yo nos carteamos, ella en desmadre me dice que me salga del seminario y que me pone casa. Que cuando ella se case con otro, me mantiene.

  Paso tres años y medio de mi vida ahí. En verdad lo disfruté, pero no es mi estilo de vida. Lo siento. Voy para afuera. Confieso que estando dentro he empezado a descubrir cosas acerca de mí. Creo que eso de buscarle hombres con buenos traseros a Paola me gustó demasiado. Es algo que empecé a hacer mío pero que no me queda del todo claro. De alguna manera sigo pensando en Paola. Salgo y llego a Oaxaca. Explota la bomba en casa. Le marco a Paola y la saludo. Ella terminó con Marco al salir de prepa y ahora anda con otro chico muy guapo. O es lo que dicen. Me saluda sorprendida. Para explorar las cosas, le digo que me salí del seminario por ella, que me gusta y no he dejado de pensar en ella. Se molesta. Le digo que es broma. Voy a verla a su casa y platicamos. Todo bien. Se le ve feliz con el chico que está saliendo. Sí… es guapo, no es mi tipo, como que muy bonito. Pero vale, le gusta a ella.

  Paola y yo vamos a tomar un camión. Una señora vende gardenias, es una de mis flores favoritas. Estoy a punto de comprarle un ramo a Pao, pero no sé, mejor no. Subimos al camión. Paola me dice: ¿viste a la señora de las gardenias?, siempre he creído que me voy a casar con el hombre que me regale gardenias sin que yo se las pida, que simplemente de repente me las regale. Respiro profundo y aliviado.

  La vida sigue. Paola es mi mejor amiga, sabe TODO de mí, creo saber TODO de ella. Es y será mi eterna vieja. Mi esposa. Lástima que ahora yo sea gay y ella esté enamorada de su wey. Pero nos vemos y todo cambia, las cosas son diferentes. La quiero un chingo.

  Cuando cumplamos cuarenta y sigamos solteros nos casaremos. Sí, es cliché, pero me vale madres. Total, cada cual hace con su culo un papalote y lo echa a volar por donde desea. Y es lo que estoy haciendo.

  Nos llamamos, nos vemos, no nos escribimos. La ridícula no tiene mail. Pero vale. Es de esas veces que sabes tienes una conexión eterna con una persona. Aunque sea mujer y yo marica, o como sea que la gente me vea. Al final la quiero y siempre la voy a querer. La única mujer que tiene ese lujo. Mi vieja.